Montecristo pierde la máscara

Una segunda máscara quedó en el encordado de la Arena PNG, dentro del denominado Duelo Final, donde Capitán Furia supo manejar muy bien sus “marrullerías” y, con un golpe prohibido que el réferi “Chilango” no vio, puso espaldas planas a Montecristo, para ser el ganador en esta batallas de apuestas.

Pocos pudieron imaginar que en algún momento alumno y maestro estarían disputando una batalla tan importante, como apostar cabellera y máscara, sobre todo porque los dos siempre habían militado en el bando de los rudos.

Sin embargo, Montecristo se sintió por un momento superior a su maestro y al final pagó cara la derrota, ya que tuvo que dar a conocer su nombre: Daniel Luciano Solís, con 36 años de edad, 17 años como luchador profesional y 15 con el personaje.

Crónica

Las puertas de la arena se abrieron minutos antes de las seis de la tarde. Ambos gladiadores arribaron a las cinco, sabiendo que estaban ante una batalla importante; ocuparon su lugar en el vestidor y contando minuto a minuto fueron esperando el turno para su batalla.

Fue hasta pasadas las 8:30 de la noche cuando la cuenta regresiva llegó a cero y el anunciador subió al encordados para presentar a los protagonistas. Las luces se apagaron y de inmediato se pudo escuchar el himno de los Estados Unidos, adelantando que el Capitán Furia estaba por salir.

Su ingreso no podía ser de otra manera: con tortilla en mano, caminó por la orilla del ring, hasta llegar donde estaba una lona con su foto; eran su familia y su porra, que estaban listos para vivir esta batalla. Posteriormente, fiel a su costumbre, lanzó la tortilla a los aficionados. Arriba, el anunciador daba una breve reseña de sus logros.

Tocaba el turno del rival, del alumno, Montecristo, un gladiador que siempre supo guardar el respeto a sus maestros, pero un error provocó que su historia cambiara; así lo manifestó el anunciador, dando a conocer a cada uno de los profesores que lo formaron.

Con los dos elementos anunciados, solo aguardaban el visto bueno del réferi; sin embargo, Capitán Furia no esperó más y se fue con todo sobre Montecristo, dejándole de recuerdo el primer sillazo en su espalda, para mermar físicamente al gladiador.

El “gringo loco” siguió golpeando a su rival hasta que lo vio sin fuerzas para defenderse. Fue así como lo subió al encordado y, tras ponerlo en la esquina, lo colocó sobre su hombro para después arrojarlo a la lona con “desnucadora” y así, sin problemas, ponerlo espaldas planas y hacer que el conteo llegara a tres para quedarse con la primer caída.

Las acciones no pararon, ya que sabían ambos que si el cuerpo se enfriaba, sería más doloroso, por lo que Montecristo le dio la vuelta y comenzó a castigar a su maestro, usando también la silla para mermar sus fuerzas. Cuando consideró que podía vencerlo, le aplicó una llave a la pierna de la cual el contrincante no se pudo zafar y así le sacó la rendición, emparejando las acciones a una caída por bando.

Final

El desenlace sería mejor: ambos con sangre en el rostro y con pocas fuerzas, tenían que dar todo para buscar el triunfo. Montecristo tuvo tres oportunidades al hacerle un “suplet” al “gringo loco”, pero el rudo supo aguantar y en el tercer intento alcanzó a golpear al réferi para dejarlo fuera de circulación.

Esta acción motivó a Capitán Furia a dar un golpe prohibido y de inmediato poner de espaldas a Montecristo. Posteriormente el “Chilango” se levantó, pero no vio lo ocurrido, solo contó las tres palmadas reglamentarias y así le dio el triunfo al de las barras y las estrellas.

Al final Montecristo supo reconocer que le faltó más experiencia, agradeció a los aficionados y a quien fue su maestro, posteriormente se quitó la máscara y reveló su nombre: Daniel Luciano Solís.