40 horas, ¡ahora!

40 horas, ¡ahora!

En el conjunto de reformas legales pendientes por parte de las cámaras de diputados y senadores, resalta la relativa a la reducción de la jornada de trabajo en nuestro país.

Muchos legisladores y legisladoras consideran que la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales se trata de un gran salto en cuanto a derechos para las personas trabajadoras incluso impostergable.

Aunque hay quienes piensan que esta reforma puede realizarse en la inmediatez, y desde el gobierno apuestan a la gradualidad, lo importante, al menos, es que el tema ya forma parte de la agenda pública.

Para efectos legislativos, ya existen propuestas, al menos más de una docena según algunas fuentes, estudios técnicos e incluso un dictamen desde la legislatura pasada, para avanzar en los trabajos que hagan justicia a las personas trabajadoras y que al mismo tiempo incentiven la productividad.

Hay resistencias, claro, sobre todo desde el sector patronal, pero pueden ser superables y con voluntad y visión de futuro podrán dar al país mejores condiciones en la jornada laboral para todas las personas, una recomendación de la Organización Internacional del Trabajo que tiene décadas sin ser cumplida.

Con voluntad, pero también con capacidad de diálogo, privilegiando ante todo el bienestar de las personas trabajadoras, se puede hacer posible; con acuerdos y entendimiento mutuo entre obreros y patrones, claro que se puede alcanzar.

Esta lucha por mejorar las condiciones en las que millones de personas en México se desempeñan en el trabajo no es nueva, pero es necesario que todas y todos quienes se involucran en la construcción de la legislación mexicana le entren a la discusión con una visión de justicia laboral.

Queda claro que esta reforma mejorará la productividad en el país, pero también por supuesto las condiciones humanas en que se realiza el trabajo, y abrirá tiempo y espacio para la convivencia de las personas trabajadoras con sus familias, lo necesario para que el desarrollo se sustente en mucho más que el factor económico, sino principalmente el factor humano.

¿Voluntad? Claro que puede haberla. Ejemplos sobran de que las cosas pasan cuando se tiene la voluntad suficiente, y para muestra está la reforma judicial, que además salió con rapidez. Es decir, cuando se quiere claro que se puede.

Queda ahora en manos de todas las fuerzas políticas representadas en el Legislativo federal avanzar en un producto legislativo que, al tiempo que atienda los reclamos de trabajadoras y trabajadores en el país, se sume a la dinámica de productividad. Desde luego que es posible.

Una acotación a tomar en cuenta: de todas las grandes conquistas laborales de la Revolución Mexicana, la jornada de trabajo productiva y justa está en tiempo de adecuarse al ritmo contemporáneo, sin perder su espíritu social sino por el contrario: fortaleciéndolo.