¡A las urnas!

Cada ciudadano seguramente tendrá su propia valoración sobre el rumbo del país, de su estado e incluso del municipio en el que vive. Algunos pensarán que se necesita dar un viraje de timón para evitar profundizar las múltiples crisis que aquejan al país, mientras que otros considerarán que el rumbo es correcto y que incluso hay que profundizarlo.

Todos esos puntos de vista deben tomar forma institucional a través de su expresión en las urnas el próximo 6 de junio. México nos requiere hoy más que nunca y no debemos fallarle. La historia demuestra que el abandono de las tareas cívicas propicia consecuencias muy negativas. No se puede dejar en manos de los políticos lo que a la sociedad le corresponde decidir como ciudadanos.

Es obvio que la mayor parte de candidaturas no generan entusiasmo y que, en muchos casos, habrá que elegir simplemente entre lo malo y lo peor. Pero también es verdad que no se puede ni debe delegar esa decisión, porque incluso entre lo malo y lo peor hay mucha diferencia.

Con todos sus defectos y con lo mucho que falta por alcanzar, lo cierto es que existe un régimen democrático que se articula y se recrea a partir de un sistema electoral que ha costado un gran esfuerzo y muchísimo dinero construir.

La institucionalidad electoral mexicana (representada en lo administrativo por el INE y en lo judicial por el TEPJF), ha sido tomada como ejemplo en varios países, a los que el nuestro ha llegado incluso a asesorar para el mejoramiento de las propias condiciones de la contienda electoral. Eso es algo por lo que también vale la pena ir a votar el próximo domingo: no se puede tirar a la basura lo que varias generaciones de mexicanos han construido con gran esfuerzo en materia electoral.

La oportunidad de votar también debe hacer pensar en la necesidad de exigir siempre a los partidos que postulen a mejores perfiles en las candidaturas. Se ha visto espectáculos bochornosos a lo largo de las campañas y una llamativa ausencia de propuestas viables, considerando el tamaño de las crisis por las que se está atravesando. Los candidatos se desentendieron de los problemas de los demás y prefirieron escenificar bailes, organizar mítines para cantar todos juntos y tomarse fotos sin ningún mensaje o significado.

Pero que la clase política haya demostrado una vez más su conocida mediocridad y su enorme apetito de poder y de dinero, no debe ser obstáculo para que los ciudadanos no estén a la altura del desafío y renuncie a llenar las urnas de votos el próximo domingo. Por el contrario: no deben faltar a esa cita, que por muchos motivos será histórica sin exageración.