“¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. “Si no hay justicia para el pueblo, no habrá paz para el gobierno”, advirtieron estudiantes de diferentes Normales Rurales de todo el país en estos días durante una protesta en Ciudad de México donde lanzaron cohetones al edificio sede de la Secretaría de Gobernación (Segob) para exigir se esclarezca la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa. Han pasado 10 años, dos sexenios y todo parece seguir estando igual.
“Las madres y los padres de los 43 estudiantes salimos a buscar a nuestros hijos desde el primer día de su desaparición y hoy, a diez años de esa noche triste que nos cambió la vida, seguimos firmes.
“En nuestras casas no hemos podido estar un solo día sin preguntar, ‘¿dónde están nuestros hijos? ¿Qué ocurrió realmente con ellos? ¿Por qué los agredieron y se los llevaron?’ Preguntas que nos arrebata el desinterés de las autoridades, quedándonos sin respuesta alguna.
“El presidente Andrés Manuel López Obrador empeñó su palabra con nosotros y prometió llegar a la verdad, creando la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia para el caso Ayotzinapa […] pero las investigaciones avanzaron hasta que toparon con el Ejército mexicano, desmantelando la Covaj y la Fiscalía del caso, obligando a sus titulares a renunciar”, señaló la mamá de César González al leer una carta abierta de los padres de los 43 para la opinión pública.
Aquella noche negra
Esa noche, un centenar de estudiantes acababan de tomar cinco autobuses en Iguala cuando fueron atacados por policías vinculados al crimen organizado. Casi la mitad de ellos fueron detenidos en distintos puntos y luego desaparecieron. Además hubo seis muertos y más de 40 heridos.
La violencia continuó contra los que quedaron y contra una treintena de estudiantes que llegó de apoyo, como Martínez, con varios tiroteos en distintos momentos que convirtieron la ciudad del estado de Guerrero en un infierno.
Alejandro Guerrero es corresponsal del periódico El Sur en Iguala. Es, también, sobreviviente de la noche del 26 de septiembre de 2014. Ese día llegó a la esquina de Juan Álvarez y Periférico Norte a cubrir la conferencia que ofrecían los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, tras el primer ataque contra sus compañeros por parte de la policía local.
Mientras los normalistas denunciaban los ataques, un grupo armado llegó y les disparó.
Alejandro recuerda que primero pensó que eran disparos al aire, pero luego se dio cuenta de que no: eran disparos a matar. Todo el grupo, unas 100 personas, corrió a protegerse, él hizo lo mismo, escuchó cómo las balas rompían los cristales de los vehículos, cómo se impactaron en las paredes. Habrán sido 15 segundos que sintieron eternos. Cuando se retiraba de esa esquina vio tirados en el piso —asesinados— a los normalistas Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo.
Alejandro relata que llegó a su casa y se sentó a escribir su nota aún con las manos temblorosas. Al otro día se publicó en la portada del periódico en que trabaja. Documentó que los jóvenes —al igual que él— fueron atacados directamente por policías y presuntos criminales. La crónica de esa noche de Alejandro impidió que las autoridades alteraran los hechos, sembraran armas a los normalistas asesinados y dijeran que se trató de un enfrentamiento. En una década, Iguala se convirtió en una zona de silencio.
Los familiares han realizado a lo largo de estos 10 años diversas manifestaciones como la hecha el martes en el senado.
Promesa presidencial
“El presidente Andrés Manuel López Obrador empeñó su palabra con nosotros y prometió llegar a la verdad, creando la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia (Covaj) para el caso Ayotzinapa […] pero las investigaciones avanzaron hasta que toparon con el Ejército Mexicano, desmantelando la Covaj y la Fiscalía del caso, obligando a sus titulares a renunciar”, señaló la mamá de César González al leer una carta abierta a la opinión pública.
Como cada septiembre, los familiares y estudiantes llegaron al Centro de la Ciudad de México en camiones, pero esta vez arribaron en más de 20 unidades envueltas con carteles que tenían escrita la consigna: “¡Nos faltan 43!”.
En diferentes pronunciamientos remarcaron que aunque la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa aconteció en el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, el actual presidente del país le falló a la causa al negarse a dar luz al caso, al confrontar a los padres en las audiencias en Palacio Nacional y al permitir que la crisis de desapariciones en el país se desbordara.
“Hoy, a 10 años de la lucha incansable por encontrar a nuestros hijos, las autoridades le apuestan al olvido.
“Pero, pese a todo intento de división y descalificación, sin tregua en el cuartel los padres y madres seguimos en exigencia por verdad, justicia y castigo a los responsables de este caso, emblemático de graves violaciones de derechos humanos que han marcado un antes y un después en el tema de las desapariciones en este país espinoso en el que vivimos”, apuntó González.