El trágico accidente que provocó la explosión de la pipa de gas L.P. en la CDMX tiene diversas causas y se puede analizar desde varias aristas.
Es más que una posible imprudencia del chofer del vehículo. Se han vertido diversas opiniones y comentarios sobre esta tragedia y vale la pena discutirla desde diversos ángulos para reducir el riesgo de otros potenciales accidentes semejantes y para, en caso de ocurrencia, minimizar su impacto.
Los partidarios del libre mercado abogan por un mundo donde no existan órganos ni entidades reguladoras. En el extremo, se debería permitir que cualquier persona pudiera producir cualquier bien o servicio sin restricción alguna. Esto lleva a la posibilidad de vender drogas libremente sin restricción de ningún tipo.
De igual modo sería posible que alguien con información médica pudiera fungir como médico sin tener las respectivas credenciales. O podría implicar que alguien transportara combustibles explosivos sin licencia o sin las salvaguardas que minimicen el riesgo de contingencias potencialmente catastróficas.
El accidente demuestra que las regulaciones son necesarias. Desde la licencia del conductor, que demuestre o acredite estar capacitado para operar dicho tipo de transporte, pasando por las licencias para transportar combustibles en vías rápidas a plena luz de día. Lo anterior sin considerar las pólizas de seguro que definitivamente deben tener las empresas encargadas de estas actividades.
En otros lugares del mundo se riegan jardines públicos y camellones en la madrugada, cuando el agua no se evapora y cuando el tránsito vehicular es menor.
Lo mismo ocurre con el permiso otorgado a transportes pesados para circular por vías rápidas. Ocurrida la tragedia conviene revisar la regulación para determinar cuál es el mejor tiempo y rutas para transportar sustancias peligrosas, pero necesarias.
La tragedia evidenció el deficiente sistema de salud y de protección civil que tienen en la CDMX. La salud es un pendiente de décadas y probablemente transcurrirán varias más antes de verdaderamente tener un sistema de salud de primer mundo.
Una vez que se ahogó el niño se podría tapar el pozo, pero es importante que se den los pasos para fortalecer al sector salud y de este modo estar mejor preparados para este tipo de contingencias.
Los accidentes ocurren. Tanto por fenómenos naturales como por errores o abierta negligencia humana. Son inevitables, pero el impacto se puede minimizar si se cumplen con las regulaciones, protocolos y se fortalecen las instituciones encargadas de atenderlas, como protección civil, bomberos y hospitales.
Maquiavelo decía que el Príncipe no puede evitar un huracán, pero sí puede poner diques en los ríos para que no inunden los poblados. Así es que sí hay acciones que se pueden tomar. Esta tragedia puede ayudar, como sociedad y Gobierno, a tomar medidas que hagan menos severos los efectos de futuras contingencias.