Reducir, reutilizar y reciclar se consideraban, hasta hace unos años, las tres acciones clave para tratar los residuos. Sin embargo, hoy día las “R” del reciclaje se han extendido a 10 medidas.
Rechazar
Entre las principales acciones de la economía circular se encuentran aquellas vinculadas con la fabricación inteligente de artículos. Se deben rechazar los productos redundantes, los que se crean para llevar a cabo una función ya cubierta. “Los productos desechables son un claro ejemplo, ya que no son necesarios, se tiran de manera casi inmediata y no se reciclan”, apunta Nancy Jiménez Martínez, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
También el comportamiento del consumidor influye. En sus manos está rechazar aquellos artículos que no se pueden reutilizar, reparar o reciclar, o que simplemente no se necesitan.
Repensar
Hace alusión a cómo se perciben los recursos naturales. Se debe tener siempre presente que estos son limitados, por lo que las decisiones de compra que se toman todos los días influyen en su conservación o agotamiento. Ambientalistas invitan a realizar una auditoría de los desechos en el hogar, con el fin de detectar en qué áreas hay más desperdicio y, de esta manera, poder hacer elecciones más conscientes.
Reducir
Se considera una estrategia de responsabilidad compartida, ya que concierne tanto a productores como consumidores. Alejandra Valdez Garduño, cofundadora de la plataforma especializada en reciclaje Ecolana, señala que “debe orientarse hacia la fabricación de los artículos. Hay muchos residuos en la cadena que no se ven, desde cómo se extraen los materiales hasta los procesos de producción. Se invita a que las industrias supervisen estas etapas para reducir la cantidad de desechos que generan”.
Reutilizar
Implica volver a usar un producto para el mismo fin que tenía o, bien, para uno distinto. Antes de desechar un objeto se deben considerar otros usos alternativos, ya que de esta manera se consigue ahorrar tanto recursos como energía. Ejemplo de ello es dar ropa en buen estado a familiares, amigos u otras personas para así extender su vida útil. Menos de la mitad de las prendas usadas se recogen para ser reutilizadas o recicladas, y solamente el uno por ciento se recicla en ropa nueva, según datos del Parlamento Europeo.
Remanufacturar
A diferencia del reacondicionamiento, esta acción implica integrar componentes de un artículo que se encuentran intactos a productos nuevos con la misma función. Un análisis realizado por la Fundación Ellen MacArthur señala que la remanufactura puede ahorrar hasta un 80 % menos de energía, un 88 % menos de agua, un 92 % menos de productos químicos, así como un 70 % menos de residuos, lo que la convierte en una alternativa más eficiente.
Renovar
Restaurar un producto antiguo y actualizarlo ofrece diversos beneficios significativos para la economía circular. Este reacondicionamiento puede darse por dentro, ya sea mediante componentes o softwares modernos; o por fuera, a través de elementos como carcasas, pintura o tela. Las renovaciones más evidentes se dan en tecnología (celulares, tablets, smartwatches, audífonos, etc.) y electrodomésticos.
Reciclar
Es una de las acciones más promovidas entre la población, debido a que se lleva a cabo a partir de los sobrantes que se generan todos los días. Reciclar implica que los desechos se procesen o se sometan a un tratamiento para convertirlos de nuevo en materia prima. Su objetivo es ahorrar recursos, así como generar menos residuos contaminantes.
Recuperar
También conocida como revalorización energética, esta acción alude a convertir los desechos en energía para la industria. “De los residuos que no pueden ser reciclados, se debe buscar la manera de obtener al menos la energía proveniente de esos materiales, a partir de una combustión o incineración controlada.
Reparar
¿Cuántas veces no se desechan artículos que con una simple reparación pueden volver a servir? Este principio de la economía circular propone replantearse si es posible arreglar aquello que no funciona. Mediante esta estrategia se busca prolongar la vida útil de los productos y, así, reducir los desechos.
Recompensar
Esta estrategia promueve generar estímulos para que tanto las empresas como las personas o consumidores prefieran alternativas sostenibles (desde emplear materias primas renovables o recicladas hasta inclinarse por productos con eficiencia energética), en lugar de opciones en el mercado que causan un mayor impacto ambiental.