A 38 grados centígrados y con una sensación térmica de 47, las casas Senda de Vida, en Reynosa, Tamaulipas donde se albergan mil 700 migrantes se han convertido en un verdadero infierno.

Pese a esto, agradecen no vivir en casas de campaña como lo hacían hace apenas unos meses pues les resultaría imposible sobrevivir a las altas temperaturas que se registran en la ciudad.

Estos migrantes, en su mayoría haitianos, habitan viviendas de madera con techos de lámina, algunos, cuentan con abanicos eléctricos que sobre todo por las tardes y noches, les permiten refrescarse, pero son insuficientes.

Sin embargo, las 800 personas que viven en la Casa Senda de Vida 1 y los 900 en la 2, prefieren mantenerse en el patio resguardados apenas por la sombra que les brindan las viviendas y los niños, jugando bajo la techumbre que da directamente al templo donde acostumbran a pedir a Dios, les permita ser aceptados en Estados Unidos para tener una mejor calidad de vida.

Las Casas Senda de Vida se encuentran en las márgenes del río Bravo, en una zona que por la construcción de estos refugios, se quedó sin árboles que brinden sombra.

Héctor Silva, director de estos albergues, cuenta que las altas temperaturas hasta el momento no han ocasionado daños en la salud de los migrantes, pero que requieren de mucha ayuda.

Silva una migrante de Haiti se encuentra solicitando agua embotellada pues les es imposible comprar una gran cantidad de garrafones con agua purificada. “El agua potable nos urge, porque además la usamos para cocinar, son gastos muy altos que a veces no podemos costear por eso pedimos que si algún organismo puede donarnos este vital líquido nos lo hagan llegar porque es indispensable para que todos los migrantes puedan hidratarse y soportar las altas temperaturas”.