Calentamiento global: causas y consecuencias

Se vive en una época de incertidumbre, tiempos líquidos y gaseosos donde todo lo sólido se desvanece en el aire por las consecuencias inimaginables de esta crisis climática causada por el calentamiento global.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en diversas ocasiones ha hecho llamados enérgicos a la comunidad internacional para luchar unidos contra las consecuencias graves del calentamiento global. Al parecer habla en el desierto. Muchos estados y gobiernos no le dan la importancia debida creyendo que están aislados del peligro.

El calentamiento global no es solo una responsabilidad de los organismos internacionales multilaterales como la ONU, es también una urgente responsabilidad ética y moral de todos los seres humanos, empresas públicas y privadas, estas últimas deberían firmar un compromiso de “emisión neta cero” en las actas constitutivas, porque una de las múltiples causas es el modelo de producción en masa de empresas altamente contaminantes que vulneran diariamente los equilibrios frágiles de la atmósfera lanzando gases de efecto invernadero.

La ONU alertó que los próximos 5 años serán los más cálidos jamás registrados proponiendo un vigoroso programa de desarrollo sostenible, con temas de una cultura responsable del uso del agua que escasea; además, es urgente el saneamiento atmosférico, la vida submarina, conservación de ecosistemas, protección del planeta asegurando la prosperidad para todos.

Hoy se contempla el aumento de los niveles de las aguas del mar, por el descongelamiento de los casquetes polares, el aumento de las temperaturas por la liberación de toneladas de CO, consecuencia de la producción de carbón, petróleo y gas, produciendo emisiones de gases tóxicos de efecto invernadero.

Un fantasma recorre el mundo, el egoísmo y el nihilismo, se está ante uno de los riesgos y amenazas más peligrosas en el planeta. Hay que hacer caso al llamado urgente del secretario general de la ONU, y a los organismos especializados del medio ambiente, aún hay tiempo para evitar la catástrofe, sumando acciones todos juntos: “dejemos de hablar y plantemos un árbol”.

La población actual mundial es de siete mil 900 millones de habitantes, imagínese si cada uno plantara un árbol diario, se tendría siete mil 900 millones de árboles o pulmones que limpiarían la atmósfera. Se requiere una transición verde para que nadie quede fuera empezando por niños de 8 a 80 años.

Hay que trabajar urgentemente por la gente y el planeta, enfrentar primero el hambre, la pobreza, y la desigualdad. Creando resiliencia, invirtiendo en el futuro de los pueblos con los objetivos del “desarrollo sostenible de la ONU 2030”, es la última esperanza ante los desafíos, hacer más por el planeta hasta lograr la “emisión neta cero” de gases de efecto invernadero bajo un nuevo modelo económico que reconozca el valor de la naturaleza y las personas.