Con kit anti-Covid, así se vuela en Europa

Farabi Temenov, de origen kazajo, lo admite sin ningún empacho: “Estoy muy nervioso”. Al estudiante de la maestría en comercio internacional le quedan menos de dos horas para tomar un vuelo en el aeropuerto internacional Leonardo da Vinci, ubicado a 33 kilómetros del centro histórico de Roma.

“Es mi primer viaje en avión desde el lockdown”, dice Temenov a EL UNIVERSAL usando equipo de protección personal contra el Covid-19.

El residente en Roma explica que el viaje se había aplazado a causa de la pandemia, pero se encontraba en un punto que resultaba imposible seguir postergándolo. La alternativa virtual no era opción, subraya.

“Mi mujer era la más preocupada, me dijo en varias ocasiones que me cuidara. No me gustó dejarla así, pero no había de otra”.

Sostiene que fue tanta la inquietud de su pareja, que le armó un kit anti-Covid: mascarillas desechables, mica de careta facial, guantes de látex, gel desinfectante y toallitas sanitarias.

Como medida adicional, el nacido en Almaty, la ciudad más poblada de Kazajistán, llevó un cambio de ropa extra para ser usado exclusivamente durante el vuelo internacional.

El acceso al aeropuerto de Roma-Fiumicino es controlado. Todo el que ingresa pasa por cámaras térmicas que toman a distancia la temperatura de la gente, así como por un filtro de control personalizado para permitir únicamente la entrada de quienes tienen vuelo programado.

Plegarias y cascos futuristas

Previo a la zona de control de pasaporte, las casas de cambio lucen abandonadas, así como los puntos de servicio de embalaje del equipaje con plástico.

La estancia dedicada al cuidado de los infantes exhibe el letrero de “cerrado”, al igual que el destinado a la asistencia de viajeros que requieren de atención especial.

Las islas de carga eléctrica de equipo portátil han sido deshabilitadas para evitar la concentración de personas.

El módulo de información está en operación, al personal se le ve resguardado tras placas de acrílico transparente. También está abierta la capilla del aeropuerto, para quien le gusta orar antes de desplazarse, aunque la fuente no contiene agua bendita y las bancas de madera muestran en cada fila carteles en los que se lee: “Ayuda a garantizar el respeto de la distancia personal de seguridad”.

Hay servicio de baño, son desinfectados regularmente con equipo hospitalario. En el de caballeros, los urinarios están clausurados.

Los carros de acero del aeropuerto son sanitizados tras su utilización, lo mismo ocurre con el equipaje antes de ser recogido por las personas que arriban.

La posibilidad de trasnochar queda por el momento descartada debido a que el aeropuerto cierra al público de las 24:00 a las 05:00 horas para las actividades de desinfección.

Como medida preventiva adicional, por los corredores deambula personal que parece sacado de una película de ciencia ficción. Portan un casco inteligente que permite aleatoriamente controlar la temperatura de la gente con un escáner término.

Rondines en las alturas

De camino a la sala de abordaje poco a poco la actividad comercial retoma su ritmo, aunque no todos los negocios han reabierto tras el confinamiento, principalmente las tiendas de lujo, de venta de relojes, joyas y plumas exclusivas.

En la puerta B8 se escucha al personal de tierra anunciar el abordaje del AZ8160. No hay la clásica hilera, los pasajeros se quedan mirando los unos a los otros. Fue al tercer llamado y hasta ponerse de pie el “primer valiente”, cuando lentamente comenzó la gente a dirigirse hacia la aeronave.

Una pareja de la tercera edad se esperó al último para abordar, el nerviosismo era tal que no reaccionó al deseo del personal de tierra de “buen viaje”.

El proceso de abordaje fue rápido, involucró a unas 30 personas, juntando los pasajeros de dos vuelos, Ámsterdam y Bruselas (este último destino fue suspendido).

La capacidad del Airbus 320 es de 186 asientos. De acuerdo con la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), para que un vuelo con una configuración de 3-3 asientos por fila sea económicamente viable, requiere tener un promedio de carga superior a 79% en Europa y América Latina.

Al interior de la aeronave algunas cosas han cambiado, la tripulación usa guantes y mascarilla, y en los asientos han desaparecido las revistas de destinos turísticos y de los artículos de venta en el avión.

Se mantiene el recibimiento por parte del jefe de cabina de pasajeros, así como la exposición física de las medidas de seguridad.