El lunes se cumplirán siete meses del gobierno del presidente López Obrador. Mucho ha sucedido en ese periodo; el estilo de la nueva administración ha sido el de una incesante actividad en diversas tareas de gobierno. La comunicación gubernamental cambió de raíz: “la mañanera” marca agenda y establece a diario mensajes y matices. Prácticamente todas las encuestas señalan que la aprobación de AMLO es muy alta. Pocos son los temas para los que la ciudadanía no tiene una muy buena impresión del actuar del Presidente, a pesar de fricciones y hasta confrontaciones con ciertos sectores de la sociedad.

En junio, 66% de la población aprueba la gestión de AMLO, en comparación con 57% en diciembre (Encuesta trimestral GEA-ISA). La gente le cree al Presidente (20% mucho, 48% poco). Más aún, a más de la mitad de la población (53%) le causa “felicidad” lo que ha hecho AMLO, y a 60% le genera “tranquilidad”. Este reconocimiento a la labor del Presidente ha impactado el ánimo de la población. Debido a su presidencia, 56% siente optimismo y afirma que representará una nueva etapa en la historia nacional, pues 55% considera que las cosas en el país cambiarán para bien.

Esta mejora de las percepciones públicas ha impulsado las expectativas acerca de la política, pero también de la economía: 44-46% piensan que la situación política y económica del país es buena, y poco más de una cuarta parte de los ciudadanos anticipa que dentro de un año la situación económica será mejor. Prevalece un acentuado optimismo y perduran expectativas altas acerca de lo que hará AMLO. En buena medida, estas opiniones se derivan del reconocimiento de sus cualidades personales: 71% tiene una opinión favorable de AMLO como persona, 29% piensa que es muy honrado y 37% que es muy cercano a la gente. A un año de haber ganado la elección y, a cuando menos siete meses de estar gobernando, el presidente López Obrador goza de una opinión pública muy positiva, superior a la de sus predecesores, excepto por Vicente Fox al inicio de su administración, cuando encarnó la alternancia política. Sólo en un número reducido de aspectos de su gestión, la opinión pública no es tan favorable, en especial mejorar la seguridad (12% ve éxito), combatir la corrupción (12%) y la atención a la salud pública (19%, cuando era 32% en diciembre pasado).

México vive un periodo de gran contraste entre las percepciones de grupos mayoritarios, muchos de quienes votaron por AMLO, y de grupos de las élites política, económica y social. Estos últimos, parte del 20-25% de la población que expresa desacuerdos, enojo y hasta miedo, basada en datos e información dura, que revelan un deterioro continuo de la seguridad, la economía y la legalidad. El optimismo de los grupos mayoritarios contrasta con el desánimo de las élites de México. Dicha discrepancia, característica de la etapa inicial de gobiernos populistas, no puede durar para siempre. Cuándo y cómo la realidad acotará y reducirá el optimismo es pregunta para el futuro de la democracia liberal mexicana, no posible de responder pues no hay un “modelo” único de régimen populista.

Es paradójico, pero quizá sea el espinoso tema de la migración en México el que modifique la opinión pública. Desde el 7 de junio se detonó un cambio paradigmático en esta materia que ha sacudido, como pocos sucesos, el sentir de los mexicanos. Si bien la población considera que los paisanos migrantes son personas honradas (59%) y contribuyen a la economía de EU, la opinión cambia cuando las preguntas se refieren a la migración de centroamericanos: casi 60% rechaza que vivan en su localidad y 50% afirma que les quitan empleos. 52% está en desacuerdo con la oferta de AMLO de otorgarles permisos de tránsito y residencia, trabajos y educación y 51% piensa que México debe deportarlos. Es probable que el manejo de la migración de centroamericanos se convierta en la primera desilusión para quienes ahora son fervientes seguidores de AMLO.