A partir del momento en que las fuerzas de Moscú cruzaron la frontera con Ucrania, las potencias afiliadas a la OTAN han venido satisfaciendo los caprichos del presidente Volodimir Zelensky para contener la ofensiva rusa.
Abrieron la cartera para que Kiev comprara en el mercado bélico municiones, armas y equipo de infantería. Los dineros de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos servirían para adquirir material dirigido a neutralizar la superioridad aérea rusa. Los aliados ofrecieron adiestramiento e información táctica. En respuesta a los bombardeos rusos contra posiciones estratégicas e infraestructura civil, transfirieron sistemas dirigidos a formar un escudo antimisiles.
Todo parece indicar que la coalición de soporte bélico a Kiev se dispone a cruzar la línea roja que representa el enviar tanques de alto tonelaje y de largo alcance. La lista de lo que necesitan las fuerzas armadas ucranianas es precisa. El general Valeri Zaloezjny afirma que para derrotar al agresor requiere 300 tanques, 700 vehículos de infantería y 500 morteros.
Con ese arsenal podrá mantener la iniciativa en el tablero militar, romper las líneas defensivas rusas, responder a lo que se prevé como una segunda ofensiva y evitar que el conflicto se vuelva en uno de trincheras y se prolongue años. Para la OTAN, el envío implica el riesgo de que uno de los socios de la Alianza Atlántica se vea involucrado en un conflicto directo con Moscú y dé paso a la escalada. Los países que poseen los derechos de producción y exportación de los tanques solicitados por Kiev tampoco se han mostrado favorables, concretamente EU y Alemania.