Para el sábado en la Normal de Ayotzinapa todo estaba listo para que llevara a cabo un baile para festejar su 98 aniversario, la fachada está decorada con flores blancas y con colgantes en blanco con azul.
Es la 1:00 de la tarde, la celebración está cancelada y en la escuela están despidiendo a su último compañero asesinado, Yanqui Khotan Gómez Peralta, de 23 años.
El sábado regresó, pero lo hizo dentro de un ataúd. La noche del jueves policías estatales lo asesinaron en un retén de revisión de vehículos robados en Chilpancingo, en la salida hacia Tixtla. Le dieron un tiro en la cabeza. Uno solo.
A Yanqui Khotan este domingo lo despidieron de la normal, donde cursó hasta cuarto semestre. Le rindieron honores en la cancha principal, ahí junto a los retratos de sus 43 compañeros que desde hace casi 10 años siguen desaparecidos.
El homenaje fue privado, solo para familiares y estudiantes. Mientras eso ocurría, en la puerta de la normal el director del Centro de Defensa de los Derechos de las Víctimas de la Violencia, Minerva Bello, el sacerdote Filiberto Velázquez Florencio, que acompaña legalmente este caso, explica los hallazgos que han podido documentar.
Mientras pasan las horas todo va apuntando hacia los agentes de la Policía Estatal. Velázquez Florencio explica que de acuerdo a declaraciones de por lo menos tres testigos, uno de ellos normalista que iba a bordo de la camioneta donde fueron atacados, los policías alteraron la escena del crimen.
Dice, de entrada, que esa noche Yanqui Khotan fue trasladado en una patrulla y no en una ambulancia.
Afirma que la Policía Estatal retiró de la escena del crimen la principal evidencia, la camioneta donde fueron atacados, sin que peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) hubieran hecho los peritajes necesarios.