De acuerdo con las cifras de la SEP, que dan lugar a dudas, pero son las oficiales, de cada 100 personas que iniciaron la primaria en 2007, en el ciclo escolar 2023-2024 concluyeron los estudios superiores 32: casi una tercera parte culminó los 16 años de escolarización que están establecidos como obligatorios.
Ahora bien: este es el promedio nacional. ¿Cómo están las cosas en el nivel de los estados? Muy disparejas: hay una entidad en la que egresan de la licenciatura 67 y en otra 14.
La brecha es enorme, pues en una se superan los dos tercios, y la otra está muy lejos de la quinta parte. La primera, es la Ciudad de México, y la que cuenta con cifras menores es Oaxaca: 53 puntos porcentuales las separan.
La capital de la república duplica al promedio nacional, y la que menos egreso consigue no alcanza ni a la mitad del indicador para el conjunto del país. La desigualdad se marca, y hondo, en los linderos estatales.
Además los estados con 40 % o más de egreso del nivel superior son siete: Coahuila, Sinaloa, Querétaro, Nuevo León, Colima, Aguascalientes —que oscilan entre 44 y 51 %— y la ya mencionada CDMX.
En el otro extremo de la distribución, con menos de 25 de cada 100, se encuentran Michoacán, Veracruz, Guerrero, Chiapas —que van del 23 al 16 %— y, como es lógico, Oaxaca. Son cinco. El resto de los estados, veinte, se ubica entre el 26 y el 40 %
La merma en cada entidad, aunque con diferencias fuertes, ocurre principalmente entre el egreso de secundaria, el ingreso al bachillerato y su culminación.
Recordando que la educación es un derecho constitucional, si se considera que no es deseable que toda persona termine la educación superior, pues un camino importante sería contar con salidas técnicas no universitarias, este análisis tendría que ser completado con información no disponible: ¿cuántas personas adquieren una capacitación técnica adecuada para nuestros tiempos, por un lado y, a su vez, dilucidar si están insertos en espacios productivos que les permitan una vida con bienestar?
Sin poder dar cuenta de lo anterior, no sería descabellado esperar que, aún en ese caso, la desigualdad por entidad sería notable, tanto en el ingreso a, y el egreso de, esas opciones, como en el tipo y la calidad de las ocupaciones que se deriven de ellas.
En buena medida, el origen social sigue condicionando el destino de las personas, y a esto contribuye que la entidad de nacimiento, o del sitio en que ocurre la trayectoria escolar, lo potencie.
Mal presente y peor futuro tiene una nación cuyo sistema escolar, sesgado social y geográficamente, lejos de resolver o al menos paliar la injusticia, la ahonda. Es un problema añejo y muy complejo: urge atenderlo ya.












