El futuro de la educación

Hay mucho por aprender del resto del mundo y es importante saber hacia dónde se está dirigiendo la educación allende las fronteras para transformar el contexto educativo. Corresponde a autoridades académicas, docentes y alumnos participar en este cambio. No hacerlo, sólo rezagará aún más como país.

Hace tal vez un par de años el ITESM, conocido popularmente como “el Tec”, hizo pública una clase impartida simultáneamente en tres campus a través de una cátedra con hologramas. Sin embargo, las clases impartidas remotamente en varios lugares del orbe, como puede ser Nueva York, Tokio, Londres y CDMX es una práctica común de algunos programas de posgrado de las principales universidades del mundo.

El requisito legal que impone la SEP para reconocer los planes y programas de estudio, ha dejado de ser un obstáculo para algunas instituciones, pues no quieren ni buscan su reconocimiento. En entrevista directa con uno de los promotores de posgrados, ante la pregunta de, si no es la SEP, qué respalda a su universidad o sus programas de estudio, la respuesta fue «nos respaldan las empresas que contratan a nuestros egresados y cuyas necesidades de recursos humanos estamos cubriendo, entre esas empresas se encuentra Google». En resumen, la SEP no otorga validez oficial a dichos programas, pero las empresas que contratan a los egresados no lo solicitan.

Otra razón para no apelar al reconocimiento de la SEP es que el mundo cambia dramáticamente a veces de un año a otro. Los planes autorizados por el máximo órgano regulador en México no se pueden actualizar con la misma rapidez, por lo tanto, lejos de ser un facilitador, esta Secretaría empieza a ser percibida como un estorbo para algunas instituciones que tienen educación de vanguardia.

El despliegue tecnológico es otra herramienta que diversas universidades han hecho suyas. Las plataformas educativas permiten ahora tomar clases en, lo que los programadores llaman “tiempo real”, en un país y tener compañeros de clase del mundo entero. Los ejemplos y estudios de caso dejan así de ser locales y se convierten en globales.

Las clases virtuales tienen muchas ventajas, y desventajas. Probablemente la principal fortaleza es que se tiene acceso a todo el arsenal que existe en internet, desde Wikipedia hasta planes, programas, videos y cursos de instituciones de primer nivel como Harvard o MIT, sin dejar de lado los recursos que como docentes solemos tener en nuestro equipo de cómputo. En resumen, permiten tener un mayor número de herramientas didácticas para impartir la clase. Como en todo, existen luces y sombras, una de ellas es que no siempre se puede ver directamente al estudiante y no se sabe si está poniendo atención o no.

En resumidas cuentas, conviene conocer modalidades, planes y programas de estudio de otros lugares del mundo para conocer hacia dónde se esta moviendo la educación y de este modo saber qué es lo que debemos hacer para no rezagarnos. La educación tradicional, la del docente que llega armado con un gis o marcador o, en el mejor de los casos, con un proyector de acetatos o diapositivas, está en decadencia. En materia educativa también aplica la frase: «renovarse o morir”.