El futuro es sobre rieles

El actual gobierno ha iniciado lo que puede ser una revolución para el país en el sector ferroviario, pues ha puesto en marcha y tiene proyectado el desarrollo de obras con miras a tener en algunos años una red estratégica que permita el tránsito de trenes de carga y pasajeros que detonen el desarrollo económico en diferentes zonas del país.

De forma que en los próximos años exista una interconexión altamente eficiente, continua, accesible y sustentable para la movilidad de personas, recursos naturales, bienes y mercancías que nos pongan en una posición privilegiada en el contexto mundial, dadas las condiciones geográficas en las que se encuentra México; siendo el punto de conexión entre Norteamérica y Sudamérica, y en un futuro, entre océanos.

Se trata de modernizar y potenciar las condiciones actuales del transporte ferroviario en todo el país, haciéndolo seguro y cohesionando a sectores poblacionales del país con el comercio mundial. Esto indudablemente beneficiará a la población; generará miles de empleos y promoverá el desarrollo de ciudades y regiones; atraerá inversión al país, además que con una adecuada implementación, brindará una alternativa de movilidad mucho más barata respecto a otros medios de transporte.

Está comprobado que la forma más económica de mover toneladas de peso por vía terrestre, de un lugar a otro, es hacerlo sobre rieles; el crecimiento demográfico mundial que se espera en los siguientes años y la consecuente necesidad de traslado de bienes, tiene que tomar en cuenta al ferrocarril modernizado.

El Canal de Panamá hace unos meses tuvo que reducir el número de barcos que circulaban por él, ya que no había la suficiente cantidad de agua dulce requerida para llenar las esclusas, lo cual seguirá ocurriendo, y con mayor frecuencia. La Autoridad del Canal estimó que las pérdidas de ingresos serían de entre 500 y 700 millones de dólares para este año. De aquí la gran oportunidad que tiene México sí consigue que en el futuro el Tren Transístmico permita el traslado de mercancías del Océano Pacífico al Golfo de México, y viceversa, sin desperdiciar millones de litros de agua potable, tal como sucede en el Canal de Panamá, que por cada barco que cruza de un lado a otro se vierten al mar más de 200 millones de litros de agua dulce.

Vale la pena recordar que hasta antes de la privatización de las vías férreas en el país por parte de un gobierno neoliberal, una parte de la población mexicana usaba los trenes de pasajeros como medio de transporte. El Jarocho que unía la Ciudad de México con Coatzacoalcos fue la primera ruta de pasajeros del país; se inauguró el primero de enero de 1873 y dejó de funcionar en 1999. El costo de un viaje redondo durante el año de su inauguración era de un peso con 50 centavos. El tren México-Querétaro comenzó a funcionar en 1937, durante el Gobierno de Lázaro Cárdenas y la ruta llevaba el nombre de El Constitucionalista. Llegó a tener más de 50 salidas de trenes al día. Estas rutas de trenes de pasajeros que fueron emblemáticas junto con otras más, son a las que se pretende revivir, al adecuar 18 mil kilómetros de vías para que puedan volver a funcionar los trenes de pasajeros. Este medio de transporte que en el pasado fue accesible para la población, en un futuro, puede volver a ser una alternativa de movilidad menos contaminante, eficiente y económica para los mexicanos.

Los trenes han sido protagonistas en la literatura mexicana, basta recordar el final de la primera parte de Los de abajo, de Mariano Azuela: “Los trenes resoplando furiosos, arrojando espesas columnas de humo, los carros colmados de gente que escapa a todo vapor”. En la novela de Rafael F. Muñoz, Se llevaron el cañón para Bachimba, el personaje principal Álvaro Abasolo recorre a veces sobre los trenes y en ocasiones caminando sobre las vías en búsqueda de su propia identidad.

No tengo dudas, el futuro de la movilidad y del traslado de mercancías en México, y en el mundo, se encuentra sobre rieles. Ojalá en el futuro se viaje acompañado de alguien sobre un riel.