Frente a los desafíos actuales y futuros, se vuelve imperativo hacer una pausa para la reflexión; no solo pensar en el destino de México, sino en la trascendencia de nuestras acciones en el escenario mundial. Al conmemorar el primer año de gobierno de la primera presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, se celebra mucho más que un aniversario político; se celebra la consolidación de un liderazgo que se nutre de las luchas históricas por la igualdad y que proyecta esos valores en cada una de sus acciones, tanto en casa como en el extranjero.
Este primer año ha estado marcado por una visión de justicia social que, inevitablemente, se traduce en una política exterior humanista y cooperativa. Las relaciones internacionales de México hoy se construyen sobre los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, pero también con una voz activa en foros multilaterales, abogando por el desarrollo sostenible, la paz y, de manera central, la igualdad de género. No es una coincidencia, sino una convicción.
Esta convicción se hizo especialmente patente con la conmemoración, el pasado 15 de octubre, del Día Internacional de las Mujeres Rurales. Desde el gobierno de México, se reconoce que no se puede hablar de progreso sin visibilizar y empoderar a las mujeres que son pilar de la seguridad alimentaria y guardianas de la biodiversidad en las comunidades. Su labor, a menudo invisible, es fundamental para el tejido social y económico del país.
Este reconocimiento se vincula directamente con la celebración del Día Mundial de la Alimentación el 16 de octubre. En un mundo que enfrenta crisis climáticas y desafíos en las cadenas de suministro, México reafirma su compromiso con sistemas alimentarios sostenibles. Se entiende que el liderazgo de las mujeres rurales en la agricultura familiar y comunitaria no es solo una cuestión de justicia, sino una estrategia indispensable para garantizar el alimento en las mesas y construir un futuro más resiliente para todas y todos.
Estos compromisos actuales no surgieron de la nada, son el fruto de una larga siembra. Precisamente el 17 de octubre se conmemora un hito trascendental en la historia democrática: el aniversario del día en que la mujer mexicana adquirió la igualdad de derechos que los hombres, lo que le permitió votar en las elecciones federales en 1953. Aquel logro, producto de la tenacidad de generaciones de mujeres valientes, abrió las puertas para la participación política que hoy se ve culminar con una mujer liderando el destino de la nación.
El camino desde la obtención del voto hasta la Presidencia de la República es un poderoso testimonio del avance de la sociedad. Hoy, la política exterior feminista de México no es un simple eslogan, sino una práctica diplomática coherente que defiende los derechos de las mujeres y las niñas en todos los espacios.
Al cumplirse un año del gobierno de la presidenta Sheinbaum, México se presenta ante el mundo con la certeza de que el siglo XXI es, y debe ser, el siglo de las mujeres. La igualdad no es una meta lejana, sino el motor que impulsa las relaciones internacionales, el desarrollo interno y la profunda convicción de que solo a través de la inclusión y la justicia se construirá un mundo más próspero y pacífico para las generaciones venideras.












