“¡Ya valimos!”, expresó Benjamín, de 36 años, nativo de San Juan Chamula, cuando vio ingresar a los agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) al restaurante donde trabajaba con su hijo y otros migrantes en Pittsburgh, Pensilvania.
Recuerda que eran las 10:30 horas del miércoles 25 de junio.
“Ya ni modos”, dice en un video que hizo con su teléfono para alertarle a su familia que estaba rodeado de agentes migratorios y policías. En el material se le ve alzar las manos en la cocina del restaurante y se escucha la orden: “¡Hey! Es la Policía, ven por acá”. Sin ninguna oportunidad para correr, se acerca a los oficiales para que lo esposen y es cuando termina la grabación.
En la redada fueron detenidos 14 migrantes de México y Guatemala. Eran meseros, cocineros, lavaplatos y personal de limpieza del restaurante Tepache.
Benjamín —como pide el migrante que le llamen— llevaba varios años en Estados Unidos. Ya había terminado de pagar la deuda con el pollero y apenas empezaba a mandar dinero a su esposa para la manutención de los seis hijos que dejó en San Cristóbal de Las Casas.
Recuerda que deseaba escuchar que el oficial de migración que hablaba español les dijera que podían seguir trabajado, que solo era un operativo de rutina, pero no fue así. Empezaron a esposarlos y encadenarlos de los pies, mientras les apuntaban con sus armas.
Él se acercó al oficial que hablaba español para pedirle que no lo separaran de su hijo, al que pide identificar con las iniciales C.G, de 16 años. Dice que lo único que quería en ese momento era poder regresar juntos a México.
El adolescente recuerda que cuando vio entrar a los policías, uno de ellos los amenazó mientras los apuntaba con su arma: “Manos arriba cabrones”, les gritó.
Después supieron que el operativo lo encabezaron agentes de la oficina de Filadelfia del ICE, pero también llegaron agentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), de la DEA y el FBI.
El oficial que hablaba español les comunicó a los 14 migrantes que los llevarían a un centro de detención, donde permanecieron recluidos mientras los investigaban para saber si tenían delitos.
Pidieron ayuda a activistas
El dueño del restaurante, Tepache Mexican Kitchen & Bar, pidió ayuda a los grupos de activistas que están en contra de las redadas contra migrantes, y miembros de la Casa San José, que apoyan a la comunidad latina, montaron guardia en el negocio y otros se plantaron afuera del centro de reclusión donde estaban Benjamín y su hijo, pero no pudieron hacer nada.
El activista Javier Martínez cuestionó la detención de los migrantes. “No se trata de seguridad, se trata de crueldad (contra los migrantes)”, dijo.
Cuando los mexicanos llegaron a Ciudad Juárez, el Gobierno Mexicano les entregó dos mil pesos a cada uno para que pudieran trasladarse a su lugar de origen.
Todo su equipaje cabía en una pequeña bolsa de plástico. En Pittsburgh, Benjamín dejó fotografías, ropa, zapatos, aparatos eléctricos y muchos recuerdos.
El chiapaneco dice que anhelaba continuar trabajando en Estados Unidos. Quería mandar dinero para remodelar su hogar, en San Cristóbal de Las Casas.
“El sueño era sacar adelante a la familia, tener algún terreno o una casita, vivir con la familia. De todos modos, en Estados Unidos no podemos quedarnos para siempre”, expresa.
Los años de migrante
En 2020, Benjamín decidió pedir dinero prestado para pagar a un coyote para que lo cruzara a Estados Unidos. Logró llegar a Tampa, Florida, donde trabajó algunos meses, pero después del huracán Ian, en septiembre de 2022, supo que en Pensilvania, podía encontrar trabajo. Se asentó en Pittsburgh y fue contratado en el restaurante mexicano.
Su hijo había llegado en agosto de 2024. “Apenas terminé de pagar la deuda”, se sincera el chiapaneco.
Por una jornada de ocho horas al día, obtenía mil 500 dólares a la quincena, dinero que usaba para pagar el cuarto que rentaba con su vástago y comprar alimentos. Recién había empezado a mandar dinero a su esposa, para la manutención de sus seis hijos.
Benjamín lamenta que no tuvo 10 mil dólares para contratar un abogado y evitar su deportación a México. Eso es lo que cuestan los honorarios de un abogado y el pago en la Corte. No le quedó otra opción que aceptar que él y su hijo fueran deportados.
A los migrantes que están en Estados Unidos, Benjamín les desea suerte y les pide que resistan.