Este año que inicia reserva numerosas sorpresas, especialmente al ser uno de los años políticamente más activos, con más de 60 países, incluyendo México, listos para celebrar elecciones. Este proceso insta a reflexionar sobre la efectividad de la democracia moderna. ¿Realmente se eligen a las personas más capacitadas en todo el mundo?
Definitivamente este ideal está lejos de ser una realidad y varios países lo demuestran. Lamentablemente, en la democracia moderna, individuos con perfiles extravagantes a menudo superan a personas más competentes. Ejemplos: Milei en Argentina y Trump en EU.
Solo en EU, en las últimas elecciones, se gastaron cerca de 8 mil millones de dólares con 13 mil 572 anuncios electorales. Los altos costos de los procesos electorales obligan a los candidatos a contraer deudas con grandes empresarios, convirtiéndose en obligaciones imposibles de saldar.
Además, se ha evidenciado el respaldo financiero de muchos multimillonarios a los candidatos, como el caso de George Soros, quien, a pesar de su afinidad demócrata, respaldaba también a republicanos a través de sus empresas, asegurando así la protección de sus intereses independientemente del resultado electoral.
Estos hechos plantean la necesidad de evaluar a nivel mundial la manera en que se llevan a cabo los procesos electorales. Un ejemplo interesante se encuentra en una isla de Colombia, llamada San Andrés, de apenas 50 mil habitantes, con elecciones de una manera distinta y llamativa.
En este lugar, se asigna públicamente dinero a los perfiles más destacados que aspiran a cargos públicos. Sin embargo, en vez de emplearlo en campañas de marketing o publicidad, los candidatos lo invierten en mejoras directas para la comunidad: reparan calles, embellecen casas, plantan árboles y realizan obras benéficas.
Todo el proceso es seguido con atención por la comunidad y el candidato que demuestra mayor eficiencia y efectividad en sus acciones, invirtiendo menos dinero, obtiene la preferencia del voto.
Estas prácticas simples pero eficaces, tan orientadas al bienestar comunitario, merecen ser analizadas y estudiadas en las grandes democracias mundiales, incluyendo nuestra nación. La manera en que estos candidatos invierten en proyectos que benefician directamente a la sociedad podría inspirar cambios significativos en la forma en que se conciben las campañas electorales, enfocándose más en el servicio a la comunidad que en estrategias de marketing costosas y a menudo disociadas de las verdaderas necesidades de la población.