Cocaína en Belice, frutas en El Salvador, tecnología en Venezuela, carbón vegetal en Colombia, terrorismo en Argentina. Estados Unidos destapó el 12 de este mes los entretelones de los presuntos lazos criminales, financieros, comerciales y empresariales que Hezbolá, la organización terrorista de Líbano y pro Irán, forjó en América Latina y el Caribe.
La trama revelada por Washington surgió con dos hechos paralelos de impacto geopolítico: la incesante incursión política de Irán, soporte de Hezbolá, en América desde Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, principales socios de Teherán en el área, y la conflictiva Triple Frontera —Brasil, Argentina y Paraguay— como presunto nido financiero de terrorismo.
El Departamento del Tesoro y la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de EE. UU. identificaron a cuatro libaneses de una misma familia y tres firmas como “operativos y facilitadores financieros de Hezbolá” en América y Líbano de la red “que genera ingresos para las actividades terroristas [de ese grupo] y proporciona cobertura para su presencia en América Latina”.
Planteamiento
“La gran pregunta es: América Latina no es centro ni tiene historia de ataques terroristas. Entonces, en este proceso político, estratégico y discursivo de interferencia en las agendas de seguridad latinoamericanas, el discurso tendría que estar relacionado con un tema local: el narcotráfico”, planteó la investigadora Karime Cheaito.
“Esto refuerza la narrativa de que existe un nexo entre crimen y terrorismo y que Hezbolá es parte de este plan. En realidad, los datos [de EE. UU.] provienen de autoridades y agencias estadounidenses y no están demostrados ni probados”, dijo Cheaito.
“Desde 1997, cuando EE. UU. reconoció a Hezbolá como terrorista, ha estado presionando a otros países sudamericanos para que hagan lo mismo”, subrayó.
Al centrar el conflicto en las denuncias sobre la Triple Frontera, como gigantesco e incontrolable bazar de negocios criminales como las drogas, destacó que “los investigadores sobre este asunto refuerzan que no hay evidencia consistente o datos que respalden esta supuesta relación entre Hezbolá y los narcotraficantes en América Latina”.
“La presencia de Hezbolá en América Latina no es nueva. Hay información variada de que ha operado en Guatemala, El Salvador y Honduras. Las agencias antinarcóticos conocen su vínculo con el narcotráfico para obtener ingresos inmediatos”, afirmó Carlos Menocal, ex ministro de Gobernación de Guatemala.
“Esto trae a la zona una situación más preocupante, alerta máxima. Son [redes] sumamente violentas y confrontativas, con el Estado y con sus rivales. Si Hezbolá mantiene e incrementa su estructura y organización [en el área], haría que la región sea más explosiva de lo que es ahora”, manifestó Menocal.
“Centroamérica está rodeada de aparatos criminales y tráficos ilícitos de muchas modalidades: migración, trata de personas, armas, municiones, vehículos, lavado de dinero, drogas y contrabandos de Asia y África. La presencia de una estructura de esa naturaleza [como Hezbolá] hace mucho más álgido, complejo y complicado el territorio”, alegó.
Argentina acusó a Irán de ser el autor intelectual y a Hezbolá de ser ejecutor material de dos atentados en Buenos Aires, en 1992 contra la embajada de Israel y en 1994 sobre una asociación privada israelí, con saldo de 114 muertos y centenares de heridos.
Los detalles
En una cadena de “familiares, socios comerciales y empresas”, el Tesoro y la DEA revelaron ramificaciones de Hezbolá en Belice en lavado de dinero y contrabando de 500 kilogramos de cocaína que “finalmente fueron incautados” ocultos en un cargamento de frutas en El Salvador.
Un libanés que operó en Belice controló una empresa de tecnología en Venezuela, mientras que otro de sus parientes libaneses desarrolló una compañía exportadora de carbón vegetal de Colombia a Líbano.
Junto a Rusia, China y Bielorrusia, Teherán se afianzó en el siglo XXI como socio político crucial de La Habana, Caracas, La Paz y Managua en suministro petrolero y otros pactos en seguridad y defensa y en alianzas diplomáticas contra Washington.
“La Guardia Republicana de Irán usa a Hezbolá para muchos trabajos sucios en los que no quiere que sus manos queden manchadas”, recalcó.