La misoginia es un comportamiento que al día de hoy se siente en terreno firme y, por ello, intenta actuar con impunidad. En esta semana entrará a la lista de los impresentables Nawat Itsaragrisil, director de la región oriental del certamen Miss Universo 2025 en Tailandia, por haber insultado en una ceremonia a la representante de México, la tabasqueña Fátima Bosch, quien de inmediato se defendió de la agresión, la cual llegó a la amenaza de que los policías del recinto la sacarían, situación que solo un impresentable podría pensar y ejecutar.
La cascada de reclamos por doquier no se hizo esperar en contra de este misógino, por lo que Jorge Figueroa, actual director nacional de Miss Universo México, no tuvo más alternativa que suspender y remover a Itsaragrisil, lo que se llevó los aplausos en la primera pasarela del concurso.
Así que la mexicana, sin haber terminado todavía el concurso, ya ganó, y llevó en alto a millones de mujeres mexicanas, así como la corona de la divinidad y orgullo femenino.
El otro impresentable fue Uriel Rivera, quien hace unos días con actos reprobables acosó a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, mientras caminaba a la SEP.
La presidenta ha tenido una actuación digna y sorora (es un adjetivo que se refiere a algo propio de la sororidad, que es la hermandad y solidaridad entre mujeres), con su propia experiencia en este lamentable pasaje.
Ambos hechos descritos en este texto han captado la atención de la opinión pública y muestran varios aspectos de la sociedad, que lucha por la promoción y defensa de los derechos de género.
Han sido las mujeres las primeras en dar argumentos sobre los excesos que vimos y que desafortunadamente siguen siendo práctica cotidiana de muchos hombres.
Aunque en el pasado se decía que la mayor revolución silenciosa era la realizada por las mujeres, en realidad solo fueron unos pasos adelante si se contrasta con el camino que falta.
En estos años, con una dinámica de cambio más fuerte y con mayor visibilidad, hay mejores condiciones, pero se mantiene la visión masculina equivocada sobre el dominio y el poder.
Desde la adolescencia han permeado conceptos sobre el supuesto privilegio de las mujeres, que en una vertiente se expresa, por ejemplo, en la “filosofía” de los grupos incel (célibes involuntarios) o también de hombres que en arranques de ira no encuentran freno, sino en agresiones directas a las mujeres.
Toca a los hombres trabajar por una mejor convivencia, entendiendo la realidad que se vive y con la claridad de no generar daño de ninguna manera, ni emocional, económica, física o cualquier otra.
Ambos hombres que en este texto son un botón de muestra, impresentables por lo demás, ya enfrentarán a la justicia y al rechazo moral en sus respectivos ámbitos, uno expulsado del certamen, quien cobardemente se quiso excusar en la libertad de expresión y en el estrés laboral, cuando fue clara su actitud fuera de todo contexto. Y el otro, quien ya está puesto a disposición de las autoridades competentes por el delito de acoso que cometió.
Así es que la mexicana Fátima Bosch ya se ganó la corona y la presidenta sigue portando la banda presidencial con toda dignidad, ambos sucesos que coinciden con la víspera de la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a finales de este mes.












