La hoguera del crimen trasnacional

Por los trillos terrestres, fluviales y marítimos de Guatemala a México ya se contrabandeó con seres humanos para explotación laboral, sexual, migrante y adopción ilegal; sicarios, cocaína, heroína, amapola, fentanilo, metanfetamina y otras drogas sintéticas; precursores químicos, maderas preciosas, animales protegidos, bienes arqueológicos y, a veces, hasta papel higiénico y cervezas.

Por los de México a Guatemala ya se traficó con armas de fuego, municiones, gasolina y otros derivados del petróleo, dinero en efectivo, vehículos robados en Estados Unidos y, a veces, hasta jabón y tequila.

Todo operó con un nexo común: el involucramiento de caciques políticos mexicanos y guatemaltecos con el crimen organizado transnacional que, en una mezcla de corrupción con fuerzas de seguridad de ambos países que surgió hace más de 50 años, acaparó dominio de los 965 kilómetros de longitud de la porosa frontera entre México y Guatemala.

En un cruce de ataques políticos y diplomáticos, Guatemala acusó en la década de 1980 a México de permitir el contrabando de armas de las fuerzas militares mexicanas para las guerrillas comunistas guatemaltecas.

El embate de los cárteles mexicanos De Sinaloa y Los Zetas también atacó la Reserva de la Biosfera Maya, bordeada por México por el Norte y el Oeste y por Belice por el Este, ubicada en la norteña región guatemalteca del Petén, con 21 mil 602 kilómetros cuadrados siendo el área natural protegida más grande de Guatemala.

Arrastrada desde 2023, una guerra entre los cárteles mexicanos y guatemaltecos se agravó en 2024 en áreas fronterizas y concentró las alertas estadounidenses. Por ser contraparte del Cártel de Sinaloa para llevar, de Guatemala a México, cargamentos de cocaína procedente de Colombia, Ecuador, Venezuela y Centroamérica, el guatemalteco Juan José Morales Cifuentes fue extraditado el jueves 17 de mayo de su país a EU.