La Junta de Gobierno de la UNAM

La trascendencia de las funciones que corresponden a la Junta de Gobierno de la UNAM cobra particular importancia, sobre todo en momentos definitorios de nuestro país. Este cuerpo colegiado lleva sobre sus hombros la gran responsabilidad de designar a las altas autoridades de la UNAM.

Fue creado bajo la vigencia de la Ley Orgánica de 1945. Legislación promovida por Antonio Caso, ese gran filósofo mexicano, fundador del Ateneo de la Juventud y Rector de nuestra Máxima Casa de Estudios. Legislación que, con algunos cambios suscitados desde su publicación, continúa vigente.

Conforme a la citada Ley Orgánica, las autoridades universitarias son: Junta de Gobierno, Consejo Universitario, Rector, Patronato, Directores de Facultades, Escuelas e Institutos y los Consejos Técnicos de las Facultades.

Integrar la Junta de Gobierno representa para sus miembros un gran honor, pues es considerado un cuerpo colegiado de gran prestigio personal, profesional, académico. Se integra de 15 mexicanos por nacimiento, mayores de 35 años y menores de 70, con grado universitario, distinguidos en su especialidad, como docentes o investigadores en la Universidad o demostrado en otra forma interés en los asuntos universitarios y que gozan de honorabilidad y prudencia.

Los miembros de la Junta de Gobierno no pueden ocupar los puestos de Rector o Directores de Facultades Escuelas o Institutos, hasta pasados dos años de la conclusión de su encargo, únicamente, se les permite desempeñar cargos de docencia o investigación. Son electos por mayoría simple de los integrantes del Consejo Universitario que preside el Rector. Cada año se renueva un integrante de la junta, el de mayor antigüedad o por el retiro forzoso de quien cumpla 70 años. No perciben salario alguno, pues se trata de un cargo honorario.

De ahí la gran importancia de las funciones de la Junta de Gobierno Universitaria, pues contribuye de forma trascendente al buen desarrollo de las tareas universitarias, su proyección y destino. Valorar y sopesar la calidad profesional, académica, personal y humana de quienes serán nombrados por este cuerpo colegiado y al propio tiempo escuchar y explorar prudentemente la opinión de la comunidad universitaria, no es tarea fácil y sí lo es de gran responsabilidad.