El próximo invierno será atípico. Tendrá temperaturas más cálidas, de hasta tres grados por encima del promedio, y será más seco de lo habitual, a causa de la presencia del fenómeno de “La Niña”, que enfría las aguas del Pacífico ecuatorial y reduce la formación de frentes fríos sobre el país.
Dichas condiciones no están directamente vinculadas con el cambio climático, aclaró Víctor Torres, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, al explicar que se trata de una variabilidad natural del clima que ocurre cada pocos años y altera temporalmente los patrones de temperatura y lluvia sin representar un cambio permanente en el sistema climático.
Torres explicó que el fenómeno de “La Niña” se caracteriza por el enfriamiento anómalo del océano Pacífico ecuatorial, particularmente frente a las costas de Perú y Ecuador. Esa disminución de temperatura reduce la energía disponible en la atmósfera y, con ello, la frecuencia de frentes fríos y lluvias sobre el territorio nacional.
“Hay menos nubosidad, menos humedad y más días despejados, eso genera un invierno seco y con temperaturas ligeramente más altas. Cuando no hay nubes que actúen como una barrera, la radiación solar entra con mayor intensidad durante el día y calienta la superficie. Pero, al caer la noche, ese mismo calor se disipa rápidamente hacia la atmósfera, por eso también tendremos madrugadas frías.
“Es un contraste típico de los inviernos influenciados por La Niña: días templados, noches heladas y una sensación general de sequedad en el ambiente”, dijo a detalle.
Calentamiento global
De acuerdo con el especialista de la Universidad Nacional autónoma de México (UNAM), la fase actual de “La Niña” será débil o moderada, lo que significa que el aumento de temperatura no será extremo. “No se trata de calor permanente, sino de una tendencia general más cálida respecto al promedio”, añadió.
Aunque no se considera una consecuencia directa del cambio climático, advirtió que el calentamiento global podría estar modificando la frecuencia con la que ocurren estos fenómenos pues antes se registraban cada siete años y hoy, cada tres o cinco, alteración que podría ser una señal de que el sistema climático está acumulando más energía y ajusta sus ciclos naturales.
En el caso de México, la variación se ha reflejado en periodos de calor prolongado, lluvias concentradas en lapsos muy cortos y una mayor irregularidad en las temperaturas invernales.
Las proyecciones científicas de la UNAM apuntan a que el país enfrentará inviernos progresivamente más templados, con episodios ocasionales de frío extremo como parte del mismo proceso de compensación climática.
“No es que el frío desaparezca, sino que se volverá más impredecible”, subrayó. “El reto será adaptarnos a un clima que cambia de manera cada vez más rápida y que ya muestra sus efectos en la vida cotidiana”.












