Aunque en estos días llueve torrencialmente, la Tierra no deja de calentarse. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), consideró al 2024 como el año más caliente jamás registrado. La temperatura media global fue 1.55°C superior a la media de los niveles preindustriales (1850-1900). Y eso no es lo más alarmante, pues sobrepasó el límite establecido por el Acuerdo de París, tratado internacional adoptado en 2015 cuyo objetivo es reducir el calentamiento global.
El aumento es parte de una tendencia de récords de calor extremo que ha caracterizado los últimos 10 años. Lo que ha motivado al mismo secretario General de la ONU, António Guterres, a considerar este período como una “década de calor mortal”. 2025 está lejos de ofrecer un mejor escenario. Se espera que este año se posicione entre los cinco más cálidos jamás registrados. Tan solo en enero, la OMM identificó una temperatura media 1.75°C superior al nivel preindustrial.
México no es la excepción. En 2024 se presentó un aumento del 2.14°C con respecto al período 1900-1930. Esta variación lo posicionó como el año más cálido registrado y superó al 2017 con una diferencia de 0.4°C, de acuerdo con el Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La tendencia al alza continúa
Según el Sistema Meteorológico Nacional, la temperatura máxima promedio fue de 30.3°C en 2024, comparados con los 30.2°C en 2023 y 29.6°C en 2022.
La situación particular del país no solo está alineada al panorama internacional, sino que resulta más preocupante, pues según Francisco Estrada, coordinador del PINCC, el país se calienta más rápido que el promedio global.
“El planeta se calienta alrededor de 2°C por siglo y México lo hace alrededor de 3.2°C. Mientras que la temperatura global promedio ha aumentado 1.4°C, con respecto al período preindustrial, México lo ha hecho en 1.8°C”, detalla Estrada.
A pesar de las constantes alertas, los esfuerzos por frenar el cambio climático no son suficientes. “Es un momento crítico en términos climáticos y de la política climática internacional. Llevamos 30 años de negociaciones internacionales para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Sí se han logrado cosas, pero estamos lejos de las reducciones que nos asegurarían un futuro no tan peligroso con cambio climático”, dice.
¿Las ciudades intensifican el calor?
El calentamiento global ya es alarmante por sí mismo, pero sus efectos se amplifican en las ciudades, donde el exceso de concreto, la urbanización acelerada y la falta de áreas verdes agravan el aumento de temperatura.
La urbanización provoca un fenómeno de calentamiento local adicional al experimentado globalmente conocido como efecto de “isla de calor”. La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) lo define como un fenómeno en el que “una ciudad experimenta temperaturas mucho más altas que las de las zonas rurales cercanas”.
Árboles como defensa térmica
Para Juan Manuel Núñez, académico del Centrus (Centro Transdisciplinar Universitario para la Sustentabilidad) de la Ibero, la clave radica, en parte, en la vegetación, a la que considera “el regulador térmico más importante para combatir el efecto de las islas de calor urbanas”.
Agrega que la vegetación y plantas presentan muchos beneficios para regular de manera más efectiva el incremento de la temperatura en las urbes. Por ejemplo, los árboles altos de copas anchas atrapan el calor y generan sombra.