Línea 12 y la dimensión (des)conocida

En la gestión de este gobierno hay muchos sucesos que se contraponen frecuentemente con los deseos y expectativas de Palacio Nacional. El complemento de un problema es cómo resolver el problema, las decisiones que se toman y las acciones que se ejecutan para solucionarlo, y de esta manera reducir las discrepancias destacando la importancia para analizar y revisar cuidadosamente todas las condiciones del problema.

El asunto es que en esta cuatroté hay problemas de razonamiento, problemas de dificultades y problemas de conflictos. Es un gobierno que ha exhibido desorden, descoordinación y negligencia.

La tragedia del colapso de la Línea 12 del Metro que ha cobrado hasta hoy 25 muertos y al menos 80 heridos exhibe sin lugar a dudas abandono de responsabilidades claras de un gobierno que está en su tercer año. No sorprende que el presidente en su atril donde juzga a diario no culpara al pasado neoliberal ni a los conservadores, la Ciudad de México es gobernada por la izquierda desde 1997. Lo inquietante es que la nefasta coyuntura diera paso a la maníaca tendencia para el ataque sistemático contra los medios de comunicación y periodistas en lugar del cacareado humanismo, una dosis de empatía y consternación por lo ocurrido.

Pero no. La catástrofe exhibió la carrera sucesoria que López Obrador abrió intencionadamente hace meses dejando correr el reparto de culpas que alcanza a su candidata para el 2024, Claudia Sheinbaum.

Lo sorprendente es que ante una tragedia —que no incidente— no haya renuncias ni consecuencias contra la titular del Metro. Esto no es un asunto de cuidar a Florencia Serranía porque en ambos palacios se le quiere y mima. El resultado de su gestión antes de la fatalidad del 3 de mayo es contundente; descarrilamientos, choques, incendios, cortos circuitos, mala relación con el sindicato y desorden en ese transporte público utilizado por millones de capitalinos.

Oponerse a separarla del cargo mientras se llevan a cabo las investigaciones es una mala señal. Es necesario reafirmar el entendimiento de la crisis que debe convertirse en decisiones inmediatas para cambiar la percepción de acciones irreflexivas. Sostener a la funcionaria responsable del mantenimiento y operación del Metro exhibe nula rendición de cuentas, pésimo control de daños e influyentismo.

En el Metro no hubo un responsable de su mantenimiento 11 meses y al parecer se ignoraron los focos rojos. La austeridad, el subejercicio y la negligencia son protagonistas de la desgarradora tragedia; evadir la responsabilidad —que no culpabilidad— no alcanza y agravia a la ciudadanía.

Con los antecedentes de la Línea 12 se asumiría que en el protocolo de la larga transición en 2018 y de la entrega-recepción habría asuntos importantes en cuanto a condición, seguimiento, operación, mantenimiento y un largo etcétera que incluiría la supervisión metódica y puntual.

El enfoque político de una lejana sucesión es terreno fangoso. Las crisis ponen a prueba a cualquier gobernante y también son el momento cuando la adhesión a principios éticos se muestra más claramente y no hay sucesos o acontecimientos éticos; Hay sucesos que tienen dimensiones políticas, jurídicas, sociales, económicas… y éticas.

Y la tragedia del 3 de mayo es uno de ellos.