Finalmente llegó el día D. Una vez celebrada la misa matutina “Pro eligiendo romano Pontífice”, oficiada en la basílica de San Pedro ante todos los miembros del Colegio Cardenalicio presentes en Roma, 133 cardenales electores ingresaran a la Capilla Sixtina, donde a las 16:30, luego de que el maestro de ceremonias litúrgicas pontificias haya pronunciada la frase latina “Extra omnes”, que significa “fuera todos”, iniciará el cónclave que elegirá al pontífice número 267 en la historia de la Iglesia católica.
El perfil del nuevo pontífice parece estar más claro, después de las discusiones de los cardenales en las Congregaciones Generales.
Los últimos comunicados de la sala de prensa vaticana dejan ver que, para los cardenales, el jefe de la Iglesia católica que será elegido en el cónclave deberá ser una figura siempre presente, capaz de construir puentes y ser la guía de la Iglesia, pero también deberá favorecer el acceso a la comunión a una humanidad visiblemente desorientada y marcada por la crisis del orden mundial. Se habla de un pastor que los cardenales prefieren definir con la palabra “Padre”.
“Se trazó el perfil de un papa pastor, maestro de humanidad, capaz de encarnar el rostro de una iglesia samaritana, cercana a los necesitados y a las heridas de la humanidad”, resumió ayer el director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni, sobre las conclusiones de la doceava y última congregación general.
Hay un factor que será determinante en la elección: el consenso, a pesar de las grandes diferencias que existen entre los cardenales, es que el nuevo papa deberá ser un gran mediador que logre unir una iglesia particularmente polarizada en estos últimos tiempos y que además enfrentará desafíos que van de la migración y la pobreza a las guerras en Medio Oriente, entre Rusia y Ucrania, entre otras crisis. Una muestra de ello es que el último llamado de los cardenales, previo a su “encierro”, fue justo por la paz “en Ucrania, Medio Oriente y muchas otras partes del mundo”.
“En tiempos marcados por guerras, violencias y fuertes polarizaciones, se advierte la con fuerza la necesidad de una guía espiritual que ofrezca misericordia, sinodalidad y esperanza”, indicó Bruni.