Roy T. Mc Bride era un cazador con una nueva misión: seguir las huellas del lobo mexicano (Canis lupus baileyi), pero no se trataba de derramar sangre y obtenerlo como trofeo; la idea era capturarlo con el objetivo de comenzar un programa de reproducción en cautiverio.
A finales de los años 70 este personaje fue comisionado para viajar a México y encontrar a la especie exterminada en Estados Unidos.
Tanto odio al “malo de los cuentos” acabó con la subespecie de lobo más pequeña de Norteamérica, pero durante tres años de la misión de Mc Bride en México ya se habían capturado cinco lobos y para 1995 se convirtieron en 100.
El doctor Gerardo Ceballos, a cargo del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del Instituto de Ecología, señaló que los primeros trabajos de reproducción en cautiverio se realizaron en EUA, pero después hubo importantes esfuerzos por parte de México por reintroducirlos a la vida silvestre en la Reserva de la Biósfera de Janos en Chihuahua.
“El trabajo ha dado frutos: se logró sacar al lobo mexicano de la categoría de extinta a en riesgo de extinción”. Para el investigador, esto indica que los esfuerzos de conservación binacionales, así como entre sociedad, iniciativa privada y gobierno, pueden funcionar.
Por último, Ceballos explicó que fue precisamente en su laboratorio donde hace muchos años elaboraron los estudios necesarios para diseñar esta reserva con más de medio millón de hectáreas.