Los Xitas: los viejos de Corpus de Temascalcingo
Cristina González Aguilar y su esposo, Delfino Trinidad Reencarnación, simbolizan la perseverancia de esta tradición. El Universal

En el corazón de este pueblo mexiquense, donde la historia se entreteje con la fe, los patios de las casas se transforman en talleres vivos. Es allí donde las manos artesanas, cubiertas de polvo y devoción, tallan a los Xitas, emblemáticos Viejos de Corpus. Con cada cincelada, estos sabios rostros se convierten en custodios de una tradición que resiste el paso del tiempo.

A pesar de los retos económicos y la escasez de materiales, como la madera de sabino y el maguey seco, cerca de 30 artesanos locales se niegan a permitir que esta joya cultural desaparezca. Preservan un arte que es símbolo de identidad y a su vez un puente entre el pasado indígena y el presente mestizo.

Cristina González Aguilar y su esposo, Delfino Trinidad Reencarnación, simbolizan la perseverancia de esta tradición. Desde hace 15 años, este matrimonio, acompañado por sus tres hijos, ha dedicado su vida a dar forma a las máscaras que danzan cada jueves de Corpus Christi.

Delfino, albañil por oficio, domina el arte del tallado, moldea con precisión expresiones que evocan sabiduría y solemnidad. Cristina aprendió de su esposo y ahora enseña a sus hijos, asegurando que cada pieza sea única e irrepetible.

“La madera o el maguey más que nada ya no es fácil de conseguir, y el costo ha aumentado, pero cada vez que terminamos una máscara y vemos cómo toma vida en la danza, sabemos que vale la pena”, dice.

Sus máscaras han trascendido las fronteras de México, admiradas en otros países como un testimonio del sincretismo que define al país.

Los Xitas celebran la festividad del Corpus Christi, dedicada a la veneración del Santísimo Sacramento. La palabra Xita, de origen otomí, significa “viejo” y representa la figura del anciano sabio, un guardián del tiempo y la espiritualidad.

La danza y vestimenta de los Xitas

Su vestimenta tradicional incluye máscaras de madera y maguey tallada, trajes de manta bordados, sombreros y bastones, representaciones que evocan autoridad y conocimiento.

Durante la celebración, los danzantes recorren las calles con pasos firmes, llevan consigo imágenes religiosas y realizan rituales de purificación. La música ancestral acompaña su andar, mientras el polvo del suelo se eleva en un acto de comunión con la tierra y la fe.

La danza es una ofrenda de agradecimiento por las cosechas y las bendiciones recibidas, un tributo a la fertilidad y la vida, cada máscara cuenta una historia, la vida de los viejos ancestros que con su sabiduría guardaron en la memoria de este pueblo mexiquense, la veneración y respeto por la tierra y de lo que ella sale.

La tradición de los Xitas es un ejemplo vivo del sincretismo religioso en México, donde los rituales indígenas se fundieron con las enseñanzas católicas durante la colonia. El resultado es una celebración que conecta los ciclos agrícolas con la espiritualidad mestiza.

Los artesanos que preservan este oficio mantienen viva esta tradición reconocida como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México, la cual enfrenta desafíos, desde la globalización hasta la migración de los jóvenes. Artesanos como Cristina y Delfino trabajan para que las máscaras sigan siendo testigos de una tradición que define la identidad de Temascalcingo.