Mala comunicación

Poco ayudan al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, funcionarios como el director del Instituto de Salud para el Bienestar, Juan Antonio Ferrer Aguilar, quien no ha logrado estructurar su discurso o dar información clara respecto a la forma en que habrá de operar el incipiente Instituto que, a partir de este año, habrá de atender a millones de mexicanos que no cuentan formalmente con servicios de salud.

El grueso de este sector es el más desposeído y vulnerable; por ello, la información debe ser clara y precisa, además de acreditar con acciones que no se afectará la economía de sus pacientes.

Públicamente fueron expuestos cientos de casos en los que quedó claro que el personal, tanto administrativo como médico de ese nuevo instituto, tiene poca o nula claridad respecto a su nueva encomienda y, en muchos casos, se cobraron cuotas de recuperación a pacientes que, de acuerdo con la ley, no debían pagar.

Nada más sensible que la salud y cuando esta se pierde en nuestros seres queridos es innegable que se causa el dolor más profundo. Contrario a lo que se esperaba, la explicación que dio a la opinión pública el responsable del Instituto fue por mucho deficiente y dejó en claro que la sensibilidad no es lo suyo, además de la poca experiencia con que cuenta.

Por ello resulta injusto que el que tenga que responder y sortear las pifias e ineficiencia de los integrantes del gobierno sea el Jefe del Ejecutivo, quien de por sí trae una carga excepcional por los temas de seguridad que, durante décadas, se fueron acumulando a lo largo y ancho de la república mexicana.

Los funcionarios de la llamada 4T no solo deben adjudicarse dicho membrete, deben asumir con sentido ideológico lo que implica la propuesta del Presidente. Formar parte de un proyecto político implica en el fondo que este se acompañe con sentido ideológico y con la sensibilidad que se requiere para interpretar fielmente lo que el jefe del Estado mexicano ha manifestado a lo largo de su carrera política.

Ojalá y el tema de la salud no se convierta en un nuevo flagelo en contra de la población más necesitada por la falta de un compromiso verdadero, que es hoy lo que el servicio público demanda.