Arizbeth Dionisio Ambrosio, suboficial del agrupamiento Fuerza de Tarea de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), dibuja con sus brazos el tamaño del bebé de cuatro meses que amantó en Acapulco, Guerrero, en medio de la catástrofe por el paso del huracán Otis.

Su instinto de madre la hizo percatarse de que el llanto que emitía el menor no era común, tenía algo más que le preocupó, por eso detuvo su recorrido sobre la avenida Adolfo López Mateos, y se acercó a preguntar a la familia si necesitaban algo.

Nadie más les ponía atención frente a todas las labores que realizaban para salvaguardar a los habitantes de Acapulco, golpeados por el desastre natural. Arizbeth sí lo hizo. Tal vez impulsada por el instinto materno, pues dejó a su hijo de un año en casa, al cuidado de su padre y hermana, para cambiar su rol de madre por el de ser una mujer policía de la Ciudad de México.

Inmediato supo que si ella hubiera seguido caminando sobre esa avenida, sin haberse acercado a ellos, no se hubiera quedado tranquila. Hoy es distinto para ella, recibió un ascenso y pasó de ser policía primero a suboficial.