Mientras la atención se centra en la reunión entre Donald Trump y Benjamin Netanyahu, Medio Oriente sigue en llamas, plagado de conflictos armados sin resolver, treguas frágiles y nuevos factores de escalada.
En el centro de las conversaciones de Florida se encuentran cuatro importantes problemas regionales que siguen manteniendo a la región en un estado de inestabilidad estructural.
Irán: La confrontación entre el Estado judío y la República Islámica sigue siendo la más sensible y potencialmente explosiva.
El diálogo entre Teherán, Israel y Estados Unidos continúa avanzando hacia una confrontación indirecta, alimentada por un clima de desconfianza mutua que mantiene abierta la posibilidad de una nueva campaña militar conjunta israelí-estadounidense.
Gaza: El alto el fuego en la Franja de Gaza parece cada vez más una hoja de parra que oculta las deficiencias de un plan de paz sin perspectivas reales de implementación. En Gaza, la crisis humanitaria se ve agravada por el clima invernal.
Operaciones
En Cisjordania continúan las operaciones militares israelíes, los enfrentamientos armados y los ataques de colonos, lo que contribuye a la radicalización y a nuevas oleadas de éxodo palestino.
Líbano. El frente norte de Israel sigue marcado por un equilibrio extremadamente precario. A pesar de la tregua que entró en vigor a finales de noviembre de 2024, la ocupación y las operaciones militares israelíes continúan, al igual que las violaciones a lo largo de la línea de demarcación entre ambos países.
La reconstrucción de zonas civiles sigue siendo un espejismo, y el país aún tiene aproximadamente un millón de desplazados por tercer año consecutivo.
Siria: Un año después de la disolución del poder dinástico de Assad, el nuevo líder, el exmiembro de Al Qaeda, Ahmad Sharaa, no ha logrado liberar al país de la guerra civil y la fragmentación territorial.
La situación se agrava por los recurrentes ataques con motivos religiosos.
Yemen. La guerra con los hutíes continúa afectando a toda la región. Los ataques en el Mar Rojo y las amenazas al transporte marítimo internacional mantienen altos los niveles de alerta, mientras que Arabia Saudita se prepara para una posible escalada contra el movimiento proiraní como parte de un acuerdo estratégico con Washington y el Estado judío.












