Mercado negro pega a ganaderos

La entrada ilegal de ganado bovino de Centroamérica a México golpea económicamente a los ganaderos de Oaxaca, quienes han registrado un severo descenso en las ventas de animales, específicamente de los conocidos como becerros de repasto para engorda, y la posterior exportación al mercado norteamericano.

Poco antes de julio del presente año, explica el presidente de la Unión Ganadera Regional del Istmo (UGRIT), Jorge López Guerra, los ganaderos del sur de Oaxaca empezaron a registrar la caída de sus ventas, principalmente en entidades norteñas del país.

La razón de ese descenso, precisa, es el contrabando de los bovinos desde Guatemala, los cuales hacen pasar como reses criadas en Chiapas, Campeche o Tabasco.

“Antes de que el contrabando se generalizara, vendíamos por mes entre 800 y mil cabezas de becerros para engorda. Ahora ni 100 cabezas nos compran”, lamenta José Obet Fuentes Trujillo, uno de los ganaderos del Istmo de Tehuantepec afectados por el mercado negro.

Los ganaderos de la región denuncian que los compradores de las entidades del norte del país ahora prefieren adquirir las reses, porque cada kilogramo del ganado en pie (vivo) les cuesta 25 pesos, mientras que ellos lo venden a 45 pesos: “Los compradores presionan para que bajemos el precio”, dicen.

Además del tráfico ilegal de reses procedentes de Centroamérica, en las entidades como Chiapas, Campeche y Tabasco hay un mercado negro de aretes, que oficialmente entrega el Sistema Nacional de Identificación Individual del Ganado (Siniiga), que pertenece a la Secretaría de Desarrollo Rural (Sader), mediante un pago simbólico de 30 pesos.

Los aretes que se colocan en las orejas del ganado permiten conocer el origen del animal, acceder a todos los mercados nacionales e internacionales y contar con todos los programas de apoyo.

Con esos aretes y botones, el ganado bovino, ovino y caprino tiene movilidad en todo el territorio mexicano, de acuerdo con información de la dependencia.

Pero en el mercado negro, denuncian los ganaderos, los aretes son clonados y reutilizados, luego de que el ganado es sacrificado en algún rastro. Cada arete se vende en 500 pesos y los contrabandistas de ganado pagan esa cantidad porque les reditúa enormes ganancias.

La situación es tan grave que desde el pasado 2 de julio se solicitó el apoyo del Gobierno Federal para frenar el contrabando.

Tras las denuncias que los ganaderos del Istmo también presentaron ante el coordinador de ganadería en el país, David Monreal, las autoridades federales iniciaron las verificaciones en más de 145 centros de acopio de ganado de Chiapas, Campeche y Tabasco para segregar al procedente de Centroamérica.