ONU, modernización pendiente

La guerra de Rusia en Ucrania es un recordatorio más de la necesidad de reformar la Organización de Naciones Unidas (ONU), que cumplió 75 años el 24 de octubre, para convertirla en una auténtica instancia que garantice la paz entre naciones.

De continuar operando con una estructura anticuada que no refleja las realidades de hoy, el órgano que pretende representar los intereses colectivos, seguirá siendo un mero actor político y secundario en la solución de conflictos en los que hay involucrados intereses de los cinco socios permanentes del Consejo de Seguridad.

En tanto siga prevaleciendo el poder de veto y delegando la responsabilidad de mantener la armonía internacional en manos de Francia, Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia, los intereses nacionales de los “cinco grandes” continuarán prevaleciendo frente a las reglas que ellos mismos aprueban en sintonía con la colectividad.

De 1992 a la fecha, Moscú, Washington y Beijing, de mayor a menor número, han recurrido a este instrumento para impedir la adopción de resoluciones vinculantes, con implicaciones financieras y legales, para todos los miembros de la organización.

“Esta crisis nos recuerda que la ONU debe ser transformada y modernizada, un pendiente de hace cuatro décadas. Si no actuamos y dejamos la situación como está, el Consejo de Seguridad perderá su credibilidad”, dice Johan Verbeke, investigador asociado del Instituto Real de Relaciones Internacionales de Bruselas, Egmont.

“La gente no tomará en serio al Consejo de Seguridad, a menos que sea reformado, no solo en términos de su composición, es decir, que refleje mejor las relaciones de poder en el mundo actual y no de 1945, sino también en términos de funcionamiento y poder de veto”, comentó.

La crisis en Ucrania, precisa, refleja precisamente la ineficiencia del voto de censura, puesto que una y otra vez es empleado por una de las partes involucradas en un conflicto para eludir las responsabilidades.

Recuerda que Francia, en particular, ha intentado sin suerte modificar el instrumento, proponiendo renunciar al bloqueo ante casos como crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio.

Igualmente se ha manejado la idea de extender su composición para hacerlo más representativo. Naciones emergentes como Brasil, India y Sudáfrica han reclamado en diversas ocasiones su lugar.

“El hecho de que el Consejo de Seguridad no pueda responder de manera operativa en este serio conflicto es una muestra de impotencia, lo que no es bueno para la organización”, indica Verbeke.