México, con política de dos caras
México acusó que Morales sufrió un golpe de Estado. Twitter

El primer año de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México cerró con una política exterior mexicana que mostró dos rostros opuestos de una moneda con tres principios básicos.

Ante las violentas crisis de los gobiernos izquierdistas de Venezuela y Nicaragua, México se apegó a la Doctrina Estrada: no intervención en asuntos internos de otros Estados, respeto a la libre autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias, pero en el lío en Bolivia, México se apartó del tridente.

Sin esperar al fallo del órgano electoral de Bolivia sobre el resultado de la libre autodeterminación del pueblo expresada en los comicios presidenciales del 20 de octubre pasado, y pese a la crisis que surgió por la denuncia opositora de que el oficialismo hizo fraude al tratar de reelegir al izquierdista Evo Morales, México se distanció de la no injerencia en asuntos internos de otros Estados.

López Obrador confirmó el 28 de octubre que ese día llamó por teléfono a Morales para felicitarlo.

Morales admitió en la mañana del 10 de noviembre citar a nuevas elecciones y en la noche, acosado por militares y policías, dimitió y viajó a México, a donde llegó el 12.

México acusó que Morales sufrió un golpe de Estado y que debió concluir su mandato —el tercero consecutivo— el 22 de enero de 2020. Pese a que López Obrador definió las elecciones como “libres y democráticas”, el canciller mexicano Marcelo Ebrard aseveró el 12 noviembre, al recibir a Morales como asilado político en México, que su gobierno nunca las calificó.

Ante el reclamo del nuevo gobierno boliviano de que Morales, ya en México y en violación a las reglas del asilado, lanzó mensajes incendiarios a Bolivia que comprometieron la política exterior mexicana, Ebrard replicó que su país respeta la libertad de expresión. En un debate el 20 de noviembre en la OEA, la embajadora mexicana Rosa Elena Baños tocó asuntos internos bolivianos al instar a militares y policías de Bolivia a retornar a los cuarteles para evitar el choque con la población.

Analistas internacionales cuestionaron si México aceptaría que otro país le dijera cómo actuar con su aparato de seguridad o por qué eludió hacer solicitudes similares a militares y policías de Venezuela, Nicaragua, Chile o Ecuador.

“México desarrolla una política exterior de profundas contradicciones. Prevalece lo ideológico sobre los principios tradicionales de su política exterior”, dijo el nuevo embajador de Bolivia en la OEA, Jaime Aparicio.

“México ha intervenido descaradamente en Bolivia y aduce que no juzga gobiernos y que sólo reconoce Estados, pero eso sólo cuando se trata de Nicaragua y Venezuela, ya que juzga, opina y critica cuando se trata del gobierno legítimo de Bolivia al que todavía no reconoce”, agregó.

México “se apresura a festejar el triunfo de Morales antes de la auditoría. Después se sabe que hubo fraude, lo que dejó muy mal parado a México, que luego viola el tratado de asilo territorial al permitir que Morales, desde suelo mexicano, incite a la violencia”, recalcó el embajador.

Con el asilo a Morales y el libre accionar que le cedió, México “expresa solidaridad” con la izquierda latinoamericana para “demarcar su política exterior dominada por la conflictiva relación con Estados Unidos”, afirmó el colombiano Rubén Sánchez, profesor de relaciones internacionales.