Migrantes por una esperanza de vida

Todo ser humano merece contar con un proyecto de vida. En ocasiones, en el país de origen de cada persona no es posible por diversas causas y factores poblacionales, entre los que destacan: violencia por el crimen organizado, pobreza y mala economía, discriminación racial y cultural, etc.

Efectivamente, México siempre tan afectuoso, allá por 1989 el Gobierno de México y el Acnur, apoyados además de Unicef, la Comunidad Económica Europea CEE, el Gobierno de Estados Unidos de América (EUA), el gobierno alemán, el Gobierno de Italia, el gobierno español y la ONU, echaron a andar el proyecto piloto a nivel mundial de “Desarrollo Económico de los Refugiados Indígenas Guatemaltecos asentados en Quintana Roo”.

Las mujeres y hombres de origen indígena guatemaltecos asentados en Quintana Roo no creían la nueva oportunidad que se veía venir para rescatar su esperanza de vivir.

“¡Por fin!”, exclamaban las mujeres, los hombres, los niños, “vamos a poder vivir en paz y comer todos los días, además de poder estudiar, nos van a dar consulta médica, vamos a sembrar y criar animales, y sobre todo vamos a contar con nuestra propia vivienda”.

El programa de Desarrollo Económico para los Refugiados Indígenas Guatemaltecos asentados en Quintana Roo fue todo un éxito, puesto que se logró la autosuficiencia alimentaria y productiva con excedente de la comunidad indígena guatemalteca asentada en cuatro campamentos “Los Lirios”, “Kuchumatan”, “Maya Balam” y “La Laguna”.

Se logró el resultado esperado de acuerdo con el programa piloto a nivel mundial.

En este momento, lo más importante para atender a los migrantes que llegan de todas partes del mundo es la instalación de grandes albergues por parte del gobierno mexicano. Lo anterior se debe entender como una prioridad, para poder proporcionar las atenciones principales de salud y alimentación.

No es humanitario dejar solamente pasar a los migrantes por pasar.