“Creo que la vida me llevó a reencontrarme con el mar”, señala la doctora Liliana Pardo López, quien se ha convertido en un referente internacional con sus estudios de microbiología y biotecnología marina en el golfo de México. Nacida en el estado de Veracruz, el mar ha estado inscrito en su hoja de vida y se ha convertido en materia de investigación desde sus proyectos en la Universidad Veracruzana, donde estudió biología. Cuenta que en sus posgrados se alejó un poco de este universo marítimo, pero al final toda la experiencia adquirida en sus estancias doctorales y postdoctorales en Alemania, Estados Unidos y Francia deviene nuevamente en el mar a través de sus proyectos como investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM.
El mar y sus misterios
El golfo de México es una cuenca oceánica de gran biodiversidad formada hace 300 millones de años. Las bacterias marinas son el plato fuerte de investigación de la doctora Pardo. Mediante secuenciación masiva de ADN y análisis informático se obtienen las especies bacterianas que ocupan estos ambientes. Así, mediante un ramillete de técnicas vanguardistas para caracterizar a estos microorganismos, se detonan nuevas preguntas respecto a sus capacidades para adaptarse a ciertos ambientes, e incluso, sus posibilidades para degradar los contaminantes con los que el hombre amenaza estos espacios naturales.
A una década de su surgimiento, el CIGoM mantiene como meta lograr que nuestro país cuente con herramientas de observación, desarrollo biotecnológico y modelos numéricos que permitan establecer planes de contingencia y actividades de mitigación para derrames de hidrocarburos a gran escala en el golfo de México, así como generar información y estrategias para evaluar su impacto ambiental.
Hace cinco años este proyecto generó el Atlas de Línea Base Ambiental del Golfo de México, once tomos que concentran una representación geográfica de las características físicas, químicas, biológicas y económicas que se centran principalmente en la Zona Económica Exclusiva de México. Las condiciones predominantes climáticas, así como patrones hidrográficos, biogequímicos, biológicos y ecológicos son plasmadas en este trabajo multidisciplinario.
El Atlas se integra por 11 tomos sobre peces, mamíferos, pastos y otros ecosistemas marinos. Uno de los tomos está dedicado a las bacterias del golfo de México.
Nombre histórico
Recientemente, Estados Unidos decidió renombrar al golfo de México como golfo de América, aunque eso sólo puede aplicar para un área de la plataforma continental de ese país. El reconocimiento internacional mantiene el nombre histórico de golfo de México y no se prevé ningún tipo de afectación en la literatura científica que se genere en esta parte oceánica del mundo. “Supongo que toda la comunidad científica internacional seguirá llamándole golfo de México”, apunta Pardo.
“Seguimos trabajando juntos en objetivos como caracterizar a las bacterias que degradan el petróleo”, afirma la especialista, cuya labor se refleja en artículos científicos, la creación de patentes y el impulso a nuevas empresas, pues señala que el conocimiento genera nuevas oportunidades de hacer eco en la sociedad.
A partir de muestras de agua y sedimentos expuestos al petróleo se han aislado numerosos microorganismos para analizar sus capacidades asociadas a la degradación de dos de los xenobióticos más contaminantes del planeta: los hidrocarburos y los plásticos. Más de 300 bacterias integran el cepario del Instituto de Biotecnología, de ellos 43 pueden degradar hidrocarburos.
Inversión, género y libertad
Sobre qué hace falta para lograr que los alcances de la ciencia crezcan en nuestro país, Pardo señala: “Definitivamente talento no hace falta. En este sentido estamos al nivel de cualquier país, pero lo que hace falta es inversión en ciencia y tecnología. Desgraciadamente los científicos vemos que el PIB destinado a estas cuestiones va bajando. Siempre aspiramos al 1 %, pero ahora está por debajo del 0.3 %. Esto contribuye a que no podamos competir. El discurso no corresponde a la realidad”.
La ciencia siempre va a ser una apuesta segura. Para Pardo, la biotecnología significa implementar conocimiento.
Pardo López señala que volver más numerosa la participación de las mujeres en las áreas científicas debe mostrarse con el ejemplo. “Como mujeres podemos tener nuestras propias aportaciones y paralelamente disfrutar de la maternidad y la familia. Toda la cultura de género es abordada de diferentes formas en la UNAM”, señala y agrega que, sin embargo, es innegable que los retos se vuelven mayores al paso del tiempo con puestos que requieren más compromisos y donde se evidencia más el techo de cristal.
En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de México, el porcentaje de mujeres en los niveles más altos (Nivel III y Emérito) es muy bajo, pero la presencia femenina en las actividades científicas es evidente. “En mi laboratorio tengo la participación de trece mujeres y cuatro hombres, pero esto no significa que haya un filtro por género, simplemente muestra que cada vez más mujeres se pueden dar la oportunidad de tener un posgrado. Más del 50 % de los investigadores en el Instituto de Biotecnología de la UNAM son mujeres”.
La investigadora señala que para intentar que esta curiosidad por la ciencia empiece desde etapas muy tempranas, también es responsabilidad de los científicos realizar mucha difusión y vinculación.