Yonny Morrillo y su futura esposa Yuleyvis Navas, venezolanos, se casaron en una Iglesia luterana en el centro de Manhattan. Han estado seis años juntos y tienen una hija de 18 años (fruto de una relación anterior que tuvo Yuleyvis) y otro niño de tres.
Podría ser una boda como cualquier otra, pero no es así. En esta pareja hay amor, pero se dieron el “sí quiero” en un altar improvisado para “poder vivir juntos en el refugio que les ha ofrecido la ciudad de Nueva York”, confiesa Yonny. Para las parejas de migrantes indocumentadas que han llegado a la Gran Manzana en los últimos meses, un certificado de casamiento es la única forma de permanecer juntos legal y físicamente. De lo contrario, serán separados en diferentes refugios en función de su sexo y su proceso para la solicitud de asilo será bastante más complejo.
El difícil proceso legal que enfrentan muchos de los recién llegados y la política de los refugios de la Gran Manzana de separar a los inquilinos por sexo ha provocado que en los últimos meses se haya disparado el número de bodas entre los migrantes, en su mayoría venezolanos, llegados a la ciudad de Nueva York. “En Venezuela no nos llegamos a casar porque no teníamos dinero, pero aquí nos ayudan en todo”, asegura Yonny. Por eso, el padre Fabián Arias, de la iglesia luterana de San Pedro en Midtown, Manhattan, los convirtió en marido y mujer.
No son los únicos a los que este párroco ha unido desde el pasado mes de septiembre. “Uy, he casado a más de 50 parejas desde entonces”, explica.
“Esto no es un certificado legal pero sí de la Iglesia, y hay algunos oficiales de inmigración que lo admiten como válido de cara al proceso legal de la pareja”. Por eso, el padre Fabián suele viajar a menudo a la frontera con México, a unir ante los ojos de Dios a parejas en nombre de su Iglesia. “Cuando los migrantes cruzan la frontera puede que no se les considere familia de cara al proceso legal si no tienen ningún documento que lo demuestre”, algo bastante habitual teniendo en cuenta que la mayoría de ellos pierden todas sus pertenencias en el camino, ya sea huyendo de alguna amenaza en la selva, cuando cruzan ríos o tienen que pelear por su vida.