Es por todos bien sabido que en Guerrero, y Acapulco, no es la excepción el crimen organizado y la delincuencia, pues están presentes desde hace décadas. Reclutan a niñas, niños y adolescentes en situación vulnerable para ponerlos a su servicio. Son, como han afirmado algunos expertos, sus “desechables”.
Hoy como nunca niñas, niños y adolescentes en los municipios afectados por el huracán Otis están en mayor riesgo de ser cooptados por el crimen, debido a la situación de extrema vulnerabilidad que enfrentan sus familias, y cuyas consecuencias más trágicas repercuten en la vida de estos.
La Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) ha documentado que entre 145 mil y 250 mil menores de edad están en riesgo de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos en el país, para labores de halconeo, sicarios, secuestro, entre otras más “tareas”.
Mientras, Reinserta ha señalado que 30 mil niñas, niños y adolescentes fueron reclutados en 2019; además, la edad promedio de “enganche” es de 12 a 15 años.
Habrá que preguntarse: ¿qué les espera a las niñas, niños y adolescentes de Guerrero con este huracán, que no solamente les arrancó su casa y escuela, sino también su presente y futuro, si la indiferencia por parte de las autoridades prevalece?
En 2016, el presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Guerrero (CODDEHUM), Ramón Navarrete Magdaleno, reveló que se detectaron casos de niños, en su mayoría de supuestos delincuentes, que exigen el cobro de derecho de piso a sus compañeros en las escuelas, a cambio de no agredirlos.
Hoy los silencios y el desdén no son permitidos en Guerrero, no cuando niñas, niños y adolescentes están en riesgo de perder todos sus derechos.
La cofundadora de Reinserta, Saskia Niño de Rivera, que ha venido haciendo una tarea en Acapulco tras el paso del huracán, señalando que las infancias están “en las condiciones más indignas”. Sostiene que los centros de apoyo a menores y los orfanatos “están completamente destruidos”.
En una entrevista con gente de Acapulco, una señora narra a Saskia que integrantes del crimen organizado “se están metiendo a las casas, aprovechándose de la falta de electricidad, para robar y abusar sexualmente de mujeres, niñas y adolescentes”. Lo que ha llevado a los vecinos a realizar barricadas y guardias para evitar que la delincuencia haga de las suyas.
Acapulco es una de las ciudades con más turismo sexual infantil, “por lo cual ya se está en deuda con estos menores, aun antes de Otis”.
Es imperativo atender con todo el poder del Estado y con el invaluable acompañamiento de la sociedad civil, la recuperación de Acapulco y de los municipios afectados por el huracán. No hacerlo es dejar el paso libre a que el crimen organizado termine de consolidarse como el gobierno en turno, y se haga cargo del presente y futuro de miles de niñas, niños y adolescentes.
Hoy las niñas, niños y adolescentes en Guerrero nos necesitan. No se puede permitir que el crimen organizado sea quien decida su destino.