La pandemia no frenó la migración de centroamericanos al territorio de México; por el contrario, el fenómeno incrementó durante las últimas semanas de diciembre y en los primeros días de este año, señala Alejandro Solalinde Guerra, fundador del albergue “Hermanos en el Camino”, de Ciudad Ixtepec, el punto donde confluyen los trenes que vienen de Arriaga, Chiapas, y de Salina Cruz, Oaxaca, con dirección a Medias Aguas, Veracruz.

Algunos llegan solos, otros, con sus respectivas esposas y sus pequeños hijos, e ingresan a Ixtepec en camiones, en tren o incluso caminando.

“Siendo las primeras horas del 6 de enero y unas 60 personas procedentes de Guatemala, El Salvador y Honduras, acaban de llegar al albergue” que el sacerdote Solalinde Guerra fundó en febrero de 2007. Los migrantes pasaron la prueba de la temperatura y fueron hospedados en una zona de aislamiento.

Por la pandemia, el albergue fue cerrado el 6 de abril pasado y reabrió sus puertas hace dos meses. Hasta ahora, dice el prelado, no se han presentado casos de contagios por Covid-19, pues los recién llegados se confinan durante 14 días.