A dos meses de las inundaciones que azotaron Veracruz, habitantes de Poza Rica continúan levantando sus casas entre polvo y basura, con enfermedades respiratorias y estomacales, un drenaje que se fracturó que no tiene la atención del gobierno, que dio por terminada la ayuda a damnificados hace semanas.
En algunas colonias de la ciudad todavía se observa maquinaria pesada que retira escombros y desazolva el drenaje que acumula toneladas de basura; sin embargo, estas acciones son posibles gracias a la organización de los vecinos, que pagan desde 40 hasta 100 mil pesos por devolver este servicio básico a sus hogares.
La reparación es lenta, pues sin drenaje, los damnificados no pueden lavar las pocas pertenencias que recuperaron, tampoco pueden cocinar ni bañarse, por lo que muchos optaron por abandonar sus viviendas, hasta convertir calles de la colonia Las Gaviotas en fantasmas, solo con rastros de que alguna vez vivieron familias ahí. En otras zonas, la situación es similar o peor.
La inseguridad también provocó el desplazamiento de habitantes de Las Granjas, Gaviotas, Magisterios, La Esperanza, Morelos y Lázaro Cárdenas, pues en las últimas semanas, vecinos han documentado robos a casa-habitación y de los pocos electrodomésticos que dejaban en sus jardines con la esperanza de repararlos algún día.
“El municipio dice que sí va a hacer cambio de drenaje, pero ¿cuándo? Hay gente que aquí ya no vive, se fueron y nosotros somos los que están batallando. Nos pusimos de acuerdo para cooperar, se cotizaron varios presupuestos, hubo uno que nos cobraba 400 mil pesos por arreglarlo”, cuenta Celia González, habitante de la colonia Las Gaviotas.
En el caso de Miguel Ángel Ibarra, las calles destruidas lo imposibilitan a arreglar su casa, no puede limpiar ni pintar y el dinero que le dio el gobierno lo utiliza para sobrevivir. Hasta la fecha, sigue cooperando para reparar el drenaje, ya que el gobierno iba a atender su colonia dentro de cinco meses.
En la colonia Morelos, un palo de madera sostiene la vivienda de Leydi Laura García, quien lo colocó estratégicamente con ladrillos para evitar que el techo colapse. En una calle llena de lodo y escombros, la vecina describe cómo las intensas lluvias desaparecieron a vecinos y arrastraron todas sus pertenencias en un abrir y cerrar de ojos.
A pocos días de la Navidad, su familia se encuentra desamparada y en peligro inminente, cualquier viento fuerte podría derribar su casa. Las escuelas de sus hijos aún no se recuperan de los daños y hay incertidumbre entre sus vecinos, que reparan como pueden sus hogares e intentan levantar el ánimo de los más pequeños.












