Desde el inicio de su administración, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara en la postura de México frente al mundo: somos una nación independiente y soberana, abierta al diálogo y a la cooperación. Lo anterior ha quedado claro en el último episodio de los aranceles impuestos, de manera unilateral, por el presidente Trump.
La Dra. Sheinbaum demostró, una vez más, que la prudencia y la diplomacia son las mejores herramientas frente a la guerra comercial que afecta a todo el mundo. Uno de los hechos más importantes, en el episodio de los aranceles recíprocos, es que se confirmó una de las afirmaciones de la jefa del Ejecutivo: que Estados Unidos no impondría aranceles nuevos al país, porque no se ha respondido con la misma postura.
Efectivamente, hay temas de suma importancia que están sobre la mesa: los aranceles a la industria automotriz, el acero y el aluminio. Tan solo el año pasado, por ejemplo, el sector automotriz representó más del 30 % del total de las exportaciones. En términos monetarios esto representó poco más de 193 millones de dólares.
Por ello, una de las prioridades del Gobierno de la República, dicho por el propio secretario de Economía, es lograr las mejores condiciones de competitividad en medio del escenario de las tarifas globales, que incluyen el veinticinco por ciento de aranceles iniciales a estos sectores.
Otro aspecto importante es que, aunque no se quiera aceptar, México sí tuvo un trato preferente en la guerra comercial emprendida por el presidente Trump. Al igual que con este país, EE. UU. mantiene tratados comerciales con numerosas naciones del orbe como Israel, Chile y Australia, entre otras, a quienes sí impuso nuevos aranceles.
¿Qué quiere decir lo anterior?, que la posición del gobierno mexicano, liderado por la Dra. Sheinbaum, ha sido efectiva para mitigar los efectos de esta disputa comercial y el diálogo permanente con el presidente, con el secretario de Comercio, con la secretaria de Seguridad y con demás actores de trascendencia que participan en las negociaciones entre nuestro país y el Gobierno de Estados Unidos; ha sido fructífero.
Cierto es también, que las voces opositoras y los detractores del gobierno de la presidenta Sheinbaum se han quedado sin argumentos sólidos frente al momento que se vive. El respaldo a la titular del Ejecutivo, que alcanza 80 % de acuerdo a la última medición de la encuestadora Enkoll, no es fortuito. El pueblo mexicano está con su presidenta y en el exterior lo saben.
Finalmente, es necesario hablar del costo comercial y político de la guerra comercial emprendida por el presidente Trump. Sin el respaldo del Congreso, se impusieron aranceles que costarán a la economía norteamericana miles de millones de dólares y que afectarán numerosas industrias de aquel país. Todos los economistas coinciden en que nadie gana con una disputa de aranceles, aunque esta sea una “herramienta” de presión.
Lo que viene ahora es una etapa clave en la negociación. Sin ceder en las decisiones soberanas de México, es fundamental buscar el desescalamiento de las medidas actuales, cuyo impacto negativo en la aprobación del inquilino de la Casa Blanca, sigue creciendo.