¿Quién pierde más rumbo a las urnas?

Inciertos todavía sus efectos en el campo judicial, desde ahora pueden adelantarse algunos impactos que tendrá en las próximas elecciones el ciclo de revelaciones por corrupción ligadas al caso Lozoya y su corolario, el video que exhibe a Pío, hermano del presidente López Obrador. 

Con el paso de los meses identificaremos si los escándalos de hoy ahuyentan a los electores del PRI o el PAN, o se diluye la fortaleza de Morena, pues figuras de cada uno fueron exhibidas en videos y declaraciones. Sin embargo, es probable que la historia final demuestre que pesó más la dinámica de cada partido, sus liderazgos y la eficacia de sus bases en las entidades, municipios y los 21 mil puestos en disputa. 

Hasta antes de estos días de fuego, una proyección inicial indicaba que al cerrarse las casillas la noche del primer domingo de junio de 2021, Morena duplicaría, de siete a 14, el número de estados que gobierna. En el otro lado de la moneda se hallaría el PRI, que es gobierno en 12 estados y se prevé caiga a cinco, o menos. La jornada confirmaría al PAN como el principal polo opositor, que de nueve estados pasaría a 12.

Resultará clave que en 30 de las 32 entidades habrá elecciones para alcaldías y Congreso locales, además de la renovación de la Cámara de Diputados, lo que arrojará un nuevo equilibrio de fuerzas tanto en el plano nacional como de las regiones. Ahí, en lo local, se presentará la verdadera disputa. Quien enfrente este desafío con las estrategias de 2018 podría cometer suicidio. 

Contra lo que pueda suponerse, Morena puede ser el actor más vulnerable. A casi dos años del arranque del nuevo gobierno, ni siquiera ha logrado tener una dirigencia nacional estable, ya no digamos una construcción desde abajo. Y apostar a montarse en los programas asistenciales de la 4T para atraer voto puede ser una apuesta arriesgada, con un ciclo interminable de nuevos videoescándalos.

Orillado por el tribunal federal electoral, Morena deberá elegir a un nuevo dirigente, que previsiblemente sería Mario Delgado, actual coordinador parlamentario en San Lázaro. Pero la guerra interna de facciones hará de su dirigencia un barril de avispas que podría anularlo justo en los tiempos que deberían dedicarse a consolidar un partido que dote de arraigo al movimiento que llevó a López Obrador a Palacio Nacional.

Acción Nacional, en cambio, ha desarrollado por décadas una extensa red de simpatizantes que hace estallar alarmas y se cohesiona justo en momentos como el actual, cuando las clases medias ven amenazados sus referentes básicos. En ese sentido, el PAN rescatará más rápido sus equilibrios tras las presentes sacudidas. 

El Institucional exhibe caída libre en sus votaciones de 2018 y 2019, carece de líderes visibles en el campo nacional y los restos de su fortaleza radican en el peso regional de sus estructuras. Su peso electoral seguirá diluyéndose a la luz de las imputaciones actuales y las que vengan, pero también por la percepción de que su dirigencia, a cargo de Alejandro Moreno desde hace poco más de un año, se ha tornado en comparsa del gobierno López Obrador.