Fuera de la UE por primera vez en 47 años, el Reino Unido emprendió este sábado una “nueva era” en que deberá superar las divisiones y redefinir su lugar en el mundo, negociando su nueva relación comercial con Bruselas, pero también con Washington.

“El telón se levanta para un nuevo acto en nuestro gran drama nacional”, dijo el primer ministro Boris Johnson en un mensaje a la nación cuando, entre los gritos de júbilo de unos y las lágrimas de tristeza de otros, el país hizo realidad un Brexit que por mucho tiempo pareció imposible. 

Sin embargo, gracias a un periodo de transición negociado con Bruselas que va hasta finales de diciembre, nada o poco cambió por ahora.

Ahora en solitario, los británicos deben usar “esta soberanía recuperada para lograr los cambios por los que la gente votó”, aseguró Johnson.

El resultado del referéndum de 2016, en que 52% de británicos optó por el Brexit, fue interpretado como una reacción desesperada de la parte del país -principalmente el norte de Inglaterra- olvidada por la globalización.

El conservador Johnson logró acabar con años de bloqueo político en unas elecciones anticipadas en diciembre en que sedujo a incontables circunscripciones obreras, tras lo cual prometió reunificar al país e invertir, en educación o sanidad, para mitigar las desigualdades.

“La batalla sobre la UE puede haber terminado, la batalla por el Reino Unido está a punto de empezar”, afirmó el sábado el lobby probrexit de la industria pesquera que espera recuperar la prosperidad con el fin de las cuotas y la presencia de barcos europeos.

El lunes, Johnson dará un discurso en que marcará sus grandes líneas para el futuro y qué papel en el mundo quiere para el nuevo Reino Unido.

De momento, tendrá que lidiar con el descontento de una importante parte del país, Escocia, una nación semiautónoma de 5,4 millones de personas en su mayoría contrarias al Brexit que, en un intento de volver a la UE, parece más tentada por una eventual independencia.