“A Rosario le caeríamos todas muy bien y ustedes también como público”, fueron las palabras con las que la escritora Elena Poniatowska inició su presentación en el homenaje “Rosario Castellanos: mujer de palabras y miradas”, que organizó la Coordinación Nacional de Literatura del Inbal, en el marco de los 100 años del natalicio de la escritora (25 de mayo de 1925) con la participación, además de Leticia Bonifaz, abogada, articulista de El Universal y autora del libro “Mujeres en la diplomacia. Pioneras en México y el mundo”, y la poeta Sara Uribe.
Poniatowska (Premio Cervantes 2014) se dijo muy honrada de participar en el conversatorio y recordó a la autora de Balún Canán como una persona de carácter sencillo: “Ella siempre ironizaba sobre sí misma. Prefería mil veces más contar sus errores, sus pifias que contar sus aciertos y nunca habló de sí misma en serio, pero vamos a tratar de decirles un poco: no es que Rosario haya querido emular a Simone de Beauvoir, pero en El segundo sexo, ella tiene un punto de referencia único en su época y, por lo tanto, también lo es en nuestra América latina”.
Modestia de Rosario
El gran mérito de Rosario, continuó la escritora, fue no tomarse en serio: “Siempre su actitud ante la vida fue de modestia, fue de creer que los demás tenían la razón o la solución y andaba así, andaba por la calle, andaba por la vida, buscando alguien a quien regalarle esa flor que ella tenía o ese poema que ella tenía o ese cariño que le salía de dentro o esa admiración. Me acuerdo cuando la nombraron embajadora en Israel. A ella la quisieron muchísimo Luis Echeverría y su esposa; entonces, empezó a decirme: qué les regalo. Yo le dije: no les regales nada, tienen todo, no necesitas regalarles nada. En ese sentido, Rosario era un ser humano que daba, que dio con su poesía, una poesía muy conmovedora, que dio con Balún Canán, su vida”.
En su intervención, Leticia Bonifaz habló de la infancia de Castellanos y tomó como punto de partida el relato “Primera revelación”. Dijo que Rosario vio al machismo de forma omnipresente “en muchas de las actividades de todos los días y también ve otros sistemas de opresión como el clasismo y el racismo”, y que de allí escribió los libros a los que hizo referencia Poniatowska (Balún Canán y Oficio de tinieblas); también mencionó la denuncia de ciertas relaciones jerárquicas terribles; la discriminación por ser indígena y ser mujer, y la búsqueda de producir contenidos útiles para cerrar las brechas de desigualdad.
Uribe contó que en su adolescencia temprana, conectó con la sensibilidad de la poesía de Castellanos; destacó su inquietud ante “la relación insoslayable entre la vida y la muerte” y la presencia de la orfandad.
Recordó también que Castellanos mantuvo siempre una actitud crítica ante los feminismos, “actitud que me parece, por demás, saludable, para cualquier feminista. En una columna de sus últimos años declara apasionadamente que, si hay una causa por la cual valdría la pena arrostrar, incluso, el ridículo es precisamente la causa del feminismo. Su feminismo se preguntaba, entonces, por realidades que eran tan relevantes en su momento como lo son ahora: la maternidad, por ejemplo”.
En la última parte de la presentación, Poniatowska retomó la palabra y mencionó a quienes más la quisieron: Ricardo Guerra, Emilio Carballido y Jaime Sabines, quien hizo un poema “lleno de rabia, cuando ella murió, en el que le preguntó ¿por qué nos haces esto, Chayo? Era tan entrañable, la queríamos tanto que todos teníamos muchas ganas de decir, ¿por qué nos haces esto? Hace mucha falta Rosario Castellanos”, dijo al borde del llanto.
El homenaje fue presentado por Nadia López García, coordinadora nacional de Literatura, y la secretaria de Cultura, Claudia Curiel. Fue moderado por la escritora Diana del Ángel.
En el público hubo escritores e intelectuales como Marta Lamas, Gabriel Guerra y Mario Bojórquez.