La mediación es la alternativa que ayuda a obtener justicia rápida y satisfactoria para las partes involucradas en una controversia y evitar que esta se convierta en un problema.
Es la forma de humanizar las leyes, es empoderar a las y los ciudadanos, hoy por hoy la exigencia y circunstancias son claros, se necesita una justicia confiable, eficaz y que no conciba parar o dejar de ejecutarse, además se requiere paz, solidaridad, compasión, es momento de sacar a México adelante en materia de impartición de justicia.
En la mediación se tiene la oportunidad para recuperar la confianza de la ciudadanía en los procedimientos judiciales, oportunidad también que nos da la Ley y el Estado a los mediadores certificados que gozamos de fe pública. Un Mediador ayuda a todas las partes, pues desahoga la carga laboral de las personas juzgadoras y satisface las necesidades de quienes presentan la controversia.
La falta de ética de algunos juzgadores (claramente hay sus honrosas excepciones y para ellos admiración y pleno reconocimiento) ha provocado que la gente ya no crea, no confíe en el Poder Judicial, son muchas las veces que se ha escuchado a la ciudadanía decir que la justicia sólo es para quien puede pagarla, que los jueces están vendidos o que no hubo justicia porque no se estudió a fondo el caso; por ello, las mejores soluciones ante un desacuerdo suelen venir justamente de las personas afligidas por él.
Un sinnúmero de relaciones personales, comerciales, familiares, afectivas, acaban de la peor manera porque llegaron ante un Tribunal, cuando debiera ser lo contrario. La gente que resulta perdedora en un juicio suele expresar que no se sintieron escuchados, reconocidos, atendidos, validados y, lo peor, que no hubo justicia.
A las y los abogados los forman en la insana competencia, hacer perder al otro es el objetivo prioritario porque en eso basan el prestigio o el éxito, dejando de lado al ser humano del que se compone un expediente. En un juicio suele cobrarse por actuación, una quinta mensual y eso propicia que ya no se trate necesariamente de buscar justicia sino de ganar dinero.
Los principios que rigen la actuación de las personas mediadoras establecen que debe ser un procedimiento económico, no sólo en términos monetarios sino de tiempo. Para el caso de la mediación, bastarán dos sesiones de negociación donde la persona mediadora gestionará la comunicación y se aplicarán herramientas para que aquellos con un conflicto encuentren de manera amigable y satisfactoria la solución legal.
Hoy la reforma judicial ya es un hecho. La justicia no debe, ni puede parar, y si lo hace existe la herramienta de mediar. Hoy las personas mediadoras certificadas tienen la oportunidad de intervenir, difundir y colocar la mediación como la herramienta idónea para sanear el sistema de justicia mexicano y devolver la confianza de las personas en las instituciones del Poder Judicial.