Alrededor del trastorno bipolar no solo hay estigma, sino también mucho desconocimiento. Por lo general, se confunde con una alteración de la personalidad, aquella en que los individuos tienen cambios repentinos de sentir o parecer. Pero no se resume solo a eso.
“Los trastornos del ánimo -como el bipolar- se diferencian en que duran más días, incluso semanas. Las personas con esta alteración tienen cambios cíclicos en el estado de ánimo, es decir, presentan episodios de elevación de energía o depresión que se alternan con periodos en los que pueden estar completamente bien.
“El cerebro de quienes viven con trastorno bipolar suele alterarse. Pueden sentirse muy cansados o ver todo negativo; o, por el contrario, se activan y empiezan a dormir menos. Las emociones son respuestas inmediatas que duran solamente unos segundos, pero en el ánimo estas se prolongan mucho más”, explica Hiram Ortega Ortiz, quien es médico psiquiatra y miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII).
Entre la manía y la depresión
Las personas con esta alteración mental pueden tener episodios maniacos, depresivos o mixtos. Si bien las crisis de manía (cuando hay una activación superlativa) e hipomanía (la activación es apenas mayor al funcionamiento normal) son diferentes, tienen síntomas similares.
Entre estas señales están sentirse muy optimista o que los pensamientos van muy rápido, hablar muy rápido sobre cosas distintas, tener un apetito excesivo por la comida o el sexo, o pensar que se pueden hacer muchas cosas a la vez sin cansarse. “Es frecuente que las primeras manías se presenten en una etapa temprana, alrededor de los 20 años. Se pueden desatar por el consumo de sustancias estimulantes o por algún evento de vida muy estresante, como un duelo o accidente.
“La edad en que suele manifestarse la sintomatología del trastorno bipolar es de los 15 a los 25, y en ocasiones hasta los 35 años. Por lo general, esta alteración se diagnostica entre los 20 y los 23 años, cuando la persona está intentando independizarse”, menciona Carmen Guarner Catalá, médica especialista en psiquiatría.
De acuerdo con expertos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, los síntomas de un episodio depresivo incluyen sentirse muy decaído, tener problemas para concentrarse, no poder conciliar el sueño, perder el interés en casi todas las actividades, ser incapaz de hacer cosas sencillas o, incluso, pensar en el suicidio.
Una crisis depresiva mayor es lo suficientemente grave como para que se interponga en la realización de actividades cotidianas, como ir al trabajo o la escuela, o simplemente llevarse bien con otras personas. A los momentos en que hay síntomas de manía o hipomanía y depresión al mismo tiempo se le conocen como episodios mixtos.
Trastorno altamente hereditario
Las causas del trastorno bipolar son esencialmente genéticas y biológicas. “Respecto a los padecimientos mentales, esta alteración es una de las que tiene una heredabilidad muy alta. Los genes de los padres intervienen hasta en un 80 %, en comparación con otros problemas como la ansiedad y la depresión, en los que los genes influyen alrededor de 50 % y el porcentaje restante se asocia con la interacción social y el medio ambiente”, especifica el médico psiquiatra Hiram Ortega Ortiz.