El proyecto del Tren Maya fue anunciado por el presidente López Obrador poco antes de su toma de posesión, y desde entonces poco se había discutido públicamente. Fue un grupo de actores, acompañado por investigadores ambientalistas de diversas universidades y centros de análisis, el que abrió el interés público sobre el desarrollo, las repercusiones, los beneficios y los riesgos del Tren Maya.
El nuevo cambio de la trayectoria del Tren, está ahora en su ruta número 5. El interés del presidente en acelerar la construcción de la nueva vía sobre la que circulará el Tren Maya y de hacerlo en el menor tiempo posible, tendrá daños incalculables sin remedio. Afortunadamente, el interés despertado ha colocado los reflectores y el debate informado en su actual y compleja dimensión. Se pretenderá poner nuevos obstáculos, pero el tema está abierto y afortunadamente el debate es ya insoslayable.
Sin duda, en el centro están los grandes mantos acuíferos subterráneos con una existencia que rebasa los 10 mil años, que forman el más grande manto acuífero en México y el planeta. Pero hay además afectaciones sociales, ambientales, legales y carencia de información.
Los problemas y las incertidumbres son muchas, el diálogo nulo con el presidente es un grave problema que tiene repercusiones negativas más que evidentes. El diálogo es necesario, como lo son el Informe de Impacto Ambiental y el Proyecto Ejecutivo.