¿Una feliz Navidad?

Estamos a un mes de celebrar la Navidad del año más difícil de la era moderna. Y nos encontramos justo en el momento en que, como sociedad, definiremos qué Navidad queremos: si con un número de contagios y hospitalizaciones similares a las del pico máximo de la pandemia, o nuevamente en una etapa de descenso que nos brinde mayor esperanza de cara al 2021.

La pregunta: ¿qué Navidad queremos? fue una de las interrogantes que al interior de la Arquidiócesis Primada de México se tomaron en cuenta para asumir la decisión histórica de cerrar la Basílica de Guadalupe, del 10 al 13 de diciembre, y llevar a cabo las celebraciones de una forma distinta, con ayuda de los medios de comunicación y las plataformas digitales.

Cerrar la Basílica de Guadalupe no fue una decisión para limitar el fervor, la devoción y la fe guadalupana; por el contrario, se asumió como un gesto de responsabilidad, solidaridad y amor por el pueblo que Nuestra Madre tanto ama.

La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe siempre ha sido un espacio de fe y esperanza para todos los mexicanos, pero este año, una reunión masiva significaría un gran riesgo para los peregrinos. Y por ello es que se pidió que las celebraciones sean organizadas en sus casas o comunidades.

¿Qué Navidad queremos? La decisión de llevar los festejos de la Guadalupana de manera digital es un mensaje de responsabilidad y de amor para todo el país, con el que decimos, ¡es tiempo de cuidarnos, de proteger nuestro bien más preciado: la vida!

“¿Qué me diría la Virgen de Guadalupe si, como custodio de su imagen, como sucesor de fray Juan de Zumárraga, no tomara en cuenta la vida y la salud de los feligreses? ‘¡Reprobado!’. Y yo quiero estar aprobado, y que todos ustedes también estén aprobados”, dijo el Cardenal Carlos Aguiar durante la conferencia de prensa conjunta con el Gobierno de la Ciudad de México en la que se anunció el cierre de la Basílica.

Esta decisión histórica también es un mensaje para invitar a los mexicanos a tomar las medidas necesarias de cuidado; a pensar, no a corto plazo —lo cual puede traer riesgos gravísimos—, sino a largo plazo. En este caso, las decisiones que tomemos hoy determinarán la Navidad que vamos a vivir.

Actuemos haciendo honor a las más de 100 mil historias truncadas en estos casi nueve meses de pandemia, historias que tenían sueños, metas, objetivos; historias de seres humanos que dejaron un vacío en sus seres queridos.

La decisión de qué Navidad queremos está en nuestras manos.