Variaciones turísticas en tiempos de pandemia

Los efectos de la pandemia de covid-19 no sólo han sido catastróficos para la salud humana, sino que se han extendido a muchos otros campos de la vida en sociedad. En particular, toda vez que la gestión pública y privada de esta condición se ha manifestado en diferentes mecanismos para reducir la movilidad de las personas, este mal se ha cebado con la industria turística.

El impacto global del fenómeno ha sido brutal. En comparación con lo que se esperaría como normal, en 2020 y 2021 se han perdido 2 mil millones de viajes internacionales; México, por diversos factores, ha resentido los efectos con un daño relativamente menor, pero que no deja de ser devastador: las estimaciones son que el consumo turístico se habrá reducido en estos mismos años en 1.5 billones de pesos, habiéndose perdido cientos de miles de empleos.

Ciertamente, luego de la aparición y aplicación extensiva de las vacunas, el panorama y las perspectivas han cambiado y, aunque no hay una explosiva condición de viajeros por el mundo, muy probablemente en 2022 se observe una importante recuperación de la industria.

Como ya se mencionaba, México ha observado una recuperación formidable en el mercado norteamericano que se dirige a destinos de playa que incluso resistieron los primeros embates de la nueva variante en diciembre, de acuerdo con los volúmenes reportados por los grupos aeroportuarios, destacando los casos de Los Cabos y Cancún, que tuvieron 6.2% y 7.1% más pasajeros internacionales que en diciembre de 2019, respectivamente.

La tendencia de recuperación ha sido tan fuerte que se anticipa que, de manera coyuntural, el país ocupe el segundo sitio en lo que se refiere a llegada de turistas internacionales en el mundo en el año que concluyó.

Dicho lo anterior, se debe ser enfático en señalar que estos buenos resultados no son la generalidad de lo que sucede con la industria turística mexicana. El rezago más evidente que se presenta es en la actividad del segmento de negocios, tanto de viajes individuales, como en el de eventos grupales.

Al inicio de la crisis y, como natural consecuencia de la incertidumbre, muchas voces anticiparon que el turismo no volvería a ser el mismo y que los viajeros modificarían radicalmente sus patrones privilegiando, entre otras cosas, los viajes a espacios naturales más bien aislados.

Hoy se sabe que los cambios estructurales más importantes se darán en el ya citado segmento de negocios grupales y que, en lo que se refiere a los viajes corporativos, es de esperar una reducción importante en la medida en que las empresas viven fuertes presiones en sus costos y han aprendido que la tecnología permite evitar muchos de estos viajes.

Del otro lado, por lo que se observa en México, pero también en destinos como República Dominicana, es de anticipar que el turismo masivo resurja sin cambios. Sí con mayor atención de los viajeros en temas relacionados con protocolos sanitarios y, también, con una clara aceleración en los procesos de digitalización de la industria. Esta es una buena noticia para México, aunque en pocos años les pondrá presión a los nuevos viajeros que tengan mayores preocupaciones por temas relacionados con la sostenibilidad…