Los constantes disparos de prueba de misiles de Pyongyang en Norcorea —unos 100 desde 2022—, son un constante recordatorio para Corea del Sur de que la guerra no ha terminado.
Esta área fronteriza alberga exposiciones culturales y recreativas sobre la guerra, mientras siguen los disparos.
Sin embargo, los surcoreanos siguen sus vidas e incluso han convertido parte de la Zona Desmilitarizada (DMZ) en una atracción turística y cultural. Entre sus prioridades está, además, ganar la Exposición Mundial 2030 para la ciudad portuaria de Busan.
En la Zona Desmilitarizada, a hora y media de Seúl, tras pasar un punto de control militar, hay un parque de diversiones, con una rueda de la fortuna, un carrusel y un gran estacionamiento.
Más adelante está el Camp Greaves, que era una base estadounidense que se usó tras el Armisticio de la Guerra de Corea (1950-1953) hasta el retiro de las fuerzas de EU en 2004.
Esta zona boscosa donde el aire es helado es un complejo artístico y cultural, hay vestigios de una pista de atletismo y alrededor de los 16 edificios siempre se ve un enrejado para que no cualquiera pueda pasar; a los turistas siempre los acompaña, discretamente, un soldado que vigila a la distancia.
Los edificios albergan instalaciones artísticas con fotografías de la Guerra de Corea y hay una variedad de estilos arquitectónicos estadounidenses desde la década de 1950 hasta la de 1990.
También hay seis exhibiciones permanentes en diferentes sitios, como “Documenta”, que aborda el armisticio, y cabañas de soldados de EE. UU. La “Exhibición permanente” muestra videos sobre la importancia de la zona y la guerra de Corea; el “Proyecto de pólvora” es un búnker que “se construyó para suministrar municiones a las bases estadounidenses en el área de Munsan (…) y que actualmente también se utiliza como refugio en casos de desastre en Camp Graves”; están asimismo las exposiciones “El Jardín de la paz DMZ”, “el Studio BEQ” y la “Galería Greaves”.